Javi Guerra es un híbrido entre genética, la de alguien que puede rodar a 3:30 el kilómetro en 120 pulsaciones, y trabajo. “Si no hay un motor bueno, no puedes trucar el coche”. Así se explica que esté en su mejor momento con 37 años. “Me conozco muy bien a mí mismo y estoy limando muchos aspectos”. La pandemia desembarcó mientras lograba su mejor marca personal de maratón en Sevilla (2:07.27) y su tercer campeonato de España. Pero sigue en pie y busca llegar a punto a los Juegos de Tokio.
Guerra sigue el plan de su entrenador, Jesús Álvarez-Herms, basado en recrear las condiciones que los atletas enfrentarán en agosto en Tokio: una temperatura cercana a los 30 grados e índices muy altos de humedad. Lo hacen a través de entrenamientos con hipertermia, que elevan la temperatura y simulan, dentro de lo posible, aquel clima. “Estamos poniendo los cimientos para poder llegar en las mejores condiciones posibles”.
Los pormenores del entrenamiento quedan para pupilo y entrenador: no hay que dar pistas a los rivales. “Lo peor va a ser la humedad. Y eso hay que llevarlo entrenado; pero no solo de un mes, hay que prepararlo mucho antes. Y eso estamos haciendo”.
La evolución de Guerra en los últimos años ha tendido a entrenamientos de más calidad y menos kilómetros. “Lo hemos hecho por evitar lesiones y porque es una edad en la que hay que tenerlo todo más controlado”. El resultado son sesiones ‘cruzadas’ que mezclan carrera con natación, bicicleta o hasta el rodillo. “Los estímulos son los mismos, o incluso más. Porque el cerebro no sabe si estás corriendo o en la piscina”.
El rodaje del segoviano está ahora por debajo de los 100 kilómetros semanales. Aunque de cara a otros campeonatos ha superado los 180 en más de una ocasión, ahora cifra el volumen ideal en la fase con más carga entre los 140 y los 160. Hasta entonces, casi todas las dobles sesiones incluyen piscina y natación. Cuando empezó a trabajar con su entrenador, Guerra era un atleta quemado. “Ahora es algo muy individualizado, que es lo que me hacía falta. Todo va dirigido hacia el entrenamiento”.
En ese todo entra la alimentación, un elemento clave. “Antes comía fatal. Muchas cremas, pollo, pavo y poco más. Ahora he aumentado muchísimo la variedad. Estoy comiendo legumbres, alimentos de hoja verde como espinaca o brócoli y más proteína con carne roja, atún o bonito”. A ello se añade más ingesta de fruta o lácteos probióticos. Y la mejora ha sido evidente.
Otro elemento clave es la hidratación. Guerra ha aumentado la ingesta de líquidos; de poco más de unos dos diarios a cerca de cuatro. “Al final es la base para que todo funcione bien”. Habla de estar bebiendo casi en cada momento. “Frecuento el baño más que antes. No hago más que mear”, bromea.
Los entrenamientos en altura los hace con la hipoxia intermitente, que simula la altitud a través de una máscara. A ello añade un programa de pilates con Chema González. “Me está ayudando a trabajar todas las debilidades a nivel de glúteo, peroneo o tibial”. Tras Sevilla, solo ha competido en Valencia y no habrá ningún maratón antes de Tokio. “Me gustaría hacer pruebas de ruta y lo que nos pida la federación para demostrar que el estado de forma es óptimo”. Su motor afina la puesta a punto.

“Hay más zapatillas competentes”
Guerra, atleta durante años de Adidas, creó el pasado invierno su propio equipo, el Javi Guerra Team, de cara a poder utilizar las zapatillas de Nike en el campeonato de España de Sevilla, la cita que decidía el representante olímpico y en la que batió su marca personal en maratón. “Desde entonces, la vida ha cambiado radicalmente y la idea que tenía se me fue un poco al traste”. No son tiempos propicios para el patrocinio deportivo y el análisis del segoviano es que “el resto de marcas se han puesto las pilas y han logrado crear una zapatilla muy competente”. Por eso firmó en noviembre con New Balance. “En febrero de 2020 no había otras marcas y lo hice para estar en igualdad de condiciones. No podía quedarme fuera de los Juegos por un tema de tecnología”.
En tiempos de pandemia, Guerra cuida los detalles para evitar contagios. Desde los entrenos en la piscina de La Granja a las pistas de atletismo Antonio Prieto. Ello implica reducir el entorno social a menos de 10 personas. “Hay que cuidar mucho con quién te juntas porque puede arrastrar el virus”. Hay mucha gente a la que no verá hasta su vuelta. “Es lo más duro. Es mucho tiempo sin verles, pero hay que cortar por algún lado. El virus te puede limitar mucho”.
