En el ensayo ‘El Espectador’ que el filósofo José Ortega y Gasset publicó en 1970, el pensador reflexiona sobre el sentido de la vida y recomienda «volver de cuando en cuando una larga mirada hacia la profunda alameda del pasado: en ella aprendemos los verdaderos valores, no en el mercado del día». En esta recomendación parecen apoyarse todos aquellos artilleros que, puntualmente regresan a la Academia de Artillería para conmemorar sus bodas de oro o plata en el arma tras concluir su formación y comenzar una dilatada carrera militar y ayer fue el turno de los veteranos oficiales que formaron en su día la 254 promoción de Artillería, que inició su carrera militar en julio de 1966 después de recibir sus despachos como nuevos tenientes del arma.
El patio de ordenes del acuartelamiento de San Francisco volvió a reunir cinco décadas después a los entonces cadetes y hoy veteranos coroneles y generales ya en situación de reserva en su mayoría para conmemorar el 50 aniversario de la salida de la Academia en un acto militar presidido por el coronel director del centro Javier Alonso.
Entre los integrantes de la promoción destacaba la presencia del actual director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) general de Ejército Félix Sanz Roldán, que compartió con sus compañeros de armas una emotiva ceremonia militar en la que también participaron militares de la talla del teniente general José Javier Arregui Asta, que fuera jefe de la Fuerza de Maniobra, así como el segoviano coronel Amado Recellado Olmos, exjefe del Parque y Centro de Mantenimiento de Sistemas Acorazados número 2.
Fue precisamente el general Sanz Roldán el encargado de dirigirse a sus compañeros de armas y a la formación de alumnos de las escalas básica y superior que participaron en el acto para llevar a cabo en su alocución una emocionada y firme defensa de la profesión militar y de la formación como eje básico del desarrollo de esta vocación de servicio.
Así, expresó su «orgullo» por ver a las nuevas generaciones de artilleros, señalando que su presencia «nos hace pensar que no nos equivocamos siendo lo que somos». Destacó también los sinsabores de la profesión, así como el sacrificio que realizan esposas, hijos y familiares «que sufren nuestra ausencia cuando tenemos que servir a España».
El coronel Alonso recurrió a la frase de Ortega y Gasset antes citada para valorar el reconocimiento que esta celebración supone para la tradición artillera, y aseguró en su alocución que el «compromiso e ilusión» de los veteranos artilleros sirve para que los futuros oficiales y suboficiales del arma «empapen su alma y cubran su espíritu con el ejemplo de sus antecesores».
Los discursos dieron paso después a la despedida del estandarte de la Academia por parte de la veterana promoción artillera, al que se sumaron familiares y amigos de los militares homenajeados. El recuerdo a los caídos y el desfile de las unidades ante la promoción pusieron fin al acto castrense.
