El Adelantado de Segovia
jueves, 20 noviembre 2025
  • Segovia
  • Provincia de Segovia
  • Deportes
  • Castilla y León
  • Suplementos
  • Sociedad
  • Actualidad
  • EN
El Adelantado de Segovia

ARDE EL MONTE Y ALGO MÁS

por Santiago Sanz Sanz
31 de agosto de 2025
en Tribuna
SANTIAGO SANZ
Compartir en FacebookCompartir en XCompartir en WhatsApp

Luis Mester

¡Aquellos trenes de vapor!

LA UE Y EL INDULTO A PUIGDEMONT

Una noche de verano, hace muchos años, los músicos pararon de tocar para comunicar a los reunidos en la verbena de Cilleruelo de San Mamés que había fuego en el monte de Cedillo. Rápidamente, muchos de los presentes nos subimos en los vehículos cuyas luces ya iluminaban el trazado del camino en dirección a nuestro pueblo y donde, ya, los vecinos que andaban pertrechados con los aperos con los que dar la batalla se dirigían hacia las tierras salpicadas de encinas y chaparros que hacen de transición entre las tierras de cultivo que pegan al pueblo y el monte como tal. Recuerdo cómo todos caminaban decididos hacia el fuego con la respiración agitada mientras sus rostros se oscurecían a medida que las luces del alumbrado público quedaban a sus espaldas. Recuerdo entre ellos a mi padre y también a mi abuelo Matías sosteniendo una pala. Por suerte, en aquella ocasión el conato de incendio no pasó de daños poco significativos debido a la rápida intervención del pueblo; sin embargo, sí que resultó relevante para mi recuerdo.

También recuerdo que, unos años más tarde, a mediados de los 80, cuando estuve destinado en Coca, una calurosa tarde se declaró un incendio en los pinares cercanos a Villaverde de Íscar. Aquel día, por las circunstancias y las dimensiones del fuego, el horizonte se volvió negro, así que, sin tiempo para cambiar el uniforme que llevábamos de camisa, pantalón recto y zapatos, nos presentamos como muchos otros en el pinar y nos fuimos incorporando a las líneas de extinción con batefuegos, muchos de ellos improvisados con las ramas que de entrada nos proporcionaron los lugareños.

Bajo la supervisión de estos, que eran mucho más conocedores en estas lides, se peleó a brazo partido contra el fuego, imitando los movimientos de los más experimentados, a la vez que seguíamos atentos para no ser sobrepasados por las llamas que pudiesen correr por las copas y alguna piña incandescente que sobrevolase a las cuadrillas. En algún momento nos desplazamos hasta alguna zona de cereal, como un claro del pinar en el que había trigo sin cosechar y en el que un pequeño grupo se había desplegado de manera lineal, esperando a las llamas en un frente espartano. Recuerdo cierta cara de alivio en sus rostros cuando nos vieron llegar, y cómo se transformó en completa cuando de la nada apareció un enorme tractor equipado con unas vertederas de gran tamaño con las que, de una pasada, desbrozó un insalvable cortafuegos para las llamas. Horas más tarde me enteré de que, como siempre, fueron muchos los agricultores llegados desde los pueblos de Segovia y también de la provincia de Valladolid, y cada uno de ellos dispuesto a arriesgar su integridad física y la de su costosa maquinaria.

Como aquella noche de Cedillo, en esta ocasión también reconocí y puedo recordar muchas de las caras de la mayoría de los voluntarios y vecinos de Coca y de otros pueblos de la comarca que habrían dejado su actividad cotidiana para unirse a las labores de extinción de manera instintiva e inquebrantablemente solidaria. Así lo hicieron una vez más, porque evidentemente no era la primera en la que tuvieron que emplearse en contextos similares y, como siempre, haciéndolo hasta perder la noción del tiempo o, como en mi caso, aquel día, hasta perder la percepción de la ubicación exacta de dónde estábamos porque, metidos en faena, nos habíamos adentrado en la provincia vecina.

Y es que, como todas las catástrofes naturales, los incendios tampoco entienden de fronteras ni de demarcaciones administrativas y mucho menos de competencias; simplemente devoran el combustible propiciado por el abandono, las legislaciones o protocolos absurdos y las altas temperaturas. La combinación perfecta. Como si la catástrofe no posicionase por sí sola al hombre en su verdadera dimensión frente a la naturaleza. Aunque, precisamente, son estas situaciones límites y desesperadas las que hacen aflorar lo peor y también lo más noble y valiente de la esencia del ser humano, como la solidaridad y la entrega desinteresada con la que desde siempre y de forma instintiva, el pueblo ha venido afrontando todo tipo de desastres y de tragedias, muchas de ellas auspiciadas por intereses especulativos o el sádico placer de la destrucción.

Desde luego, lo que no parece ayudar mucho al respecto es la politización de las instituciones competentes en detrimento de algunos perfiles técnicos o ignorando la opinión de quienes viven en los contextos de riesgo y, mucho menos, la crispación general y el cruce de reproches entre las diferentes administraciones por sus respectivas responsabilidades, dando una imagen de incapacidad e impotencia para aquellas situaciones de emergencia que antes nos unían y ahora nos exasperan. Incluso damos la impresión de que para algunos es menor tragedia si con ella se consigue debilitar al rival político y más cuando, de paso, se hace alguna gracieta. Espero que, realmente, no hayamos llegado a semejante grado de crueldad y de falta de empatía y que tengamos en cuenta que hoy, cada vez que arda el monte, también se quema la credibilidad en el sistema.

Compartir en Facebook122Compartir en X76Compartir en WhatsApp
El Adelantado de Segovia

Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

  • Publicidad
  • Política de cookies
  • Política de privacidad
  • KIOSKOyMÁS
  • Guía de empresas

No Result
View All Result
  • Segovia
  • Provincia de Segovia
  • Deportes
  • Castilla y León
  • Suplementos
  • Sociedad
  • Actualidad
  • EN

Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda