A esta, mi edad, será el primer septiembre que no se celebren las fiestas en honor al Cristo de El Caloco. La semana más intensa para todos los espinariegos y forasteros, que vinculados de una u otra forma a la villa de El Espinar, conocen su significado. Es el final de un año y el comienzo de otro, diciendo adiós al verano en su verbena del Teo. Un reencuentro cancelado con un ojalá en el que viene, resignados a lo impuesto por esta guerra que seguimos lidiando.
Un 2020 sordo, mudo y vacío sin Ti, privados del impulso de campana de tu ermita ni en la bajada ni en la subida, sin ofrenda en San Eutropio, sin cohetes que anuncian tu llegada y tu partida desde El Portalón, sin tu himno ni la música de banda que te arropa durante esos ocho días de estadía. Una emoción contenida, sin aliento al recordarte en el reparto del pan y el vino, en las sopas de ajo de despedida, en el pregón de la tarde con su algarabía, en el rostro de nuestros mayores, en procesión y novena con Iglesia a lo grande.
Tras un agosto huérfano de San Roque vendrá un septiembre ausente, baldío, con anhelos de reemplazo para olvidar el pasado amargo, con prisas para iniciar el descuento. Aniversarios de Quintos y Quintas “en pausa”. Sin embargo, no todo estará perdido si continuamos juntos el camino. A tu lado, desbordados y abatidos pero unidos, con lágrimas en los ojos te pedimos que todo esto pase pronto, rendidos a la esperanza de vernos en la siguiente.
Santo Cristo de El Caloco, de El Espinar tan querido, a este pueblo que te adora dale amparo y protección.
