Muchas veces las decisiones que tomamos en la vida responden al enfoque que adoptamos frente a la realidad que nos rodea, al momento por el que atravesamos y a nuestras circunstancias, pero en muy pocas se habla del papel que desempeña la experiencia y la perspectiva que hemos adquirido.
Y en este sentido, uno ha de regresar al origen, a los entornos de siempre, a ese pueblo que te vio nacer, a la ciudad que preside la provincia, al país al que perteneces en último término donde es posible tomar tierra para adquirir un mayor conocimiento y apreciación de todo cuanto forma parte de nosotros. La mayor plusvalía del ser humano es su capacidad cognitiva. Somos el producto de un proceso de adquisición de conocimiento mediante la información recibida con los años, el aprendizaje. No obstante, preferimos seguir ignorantes en lo que concierne al final.
Y cuando en estos días muchos se dirigen a los cementerios a limpiar lápidas y nichos, a poner flores continuando una tradición agridulce de nuestro acervo histórico-cultural, quizás peor llevada que en otros rincones del planeta donde la muerte es algo así como una fiesta, una ironía, un cambio de estado, seguimos resistiéndonos, sobre todo en ausencia de deidad, a creer en lo desconocido, a mostrar un comportamiento natural exento de angustias e incertidumbres.
Sin negarnos que el paso tiempo atraviesa a todos como una daga, sin tregua, continuaremos en las fotos y en los lugares de siempre, que se contemplan ya con una perspectiva diferente.
