Pedro Arahuetes García ya no es el alcalde de Segovia, un cargo que ha ostentado durante los últimos once años. No lo es desde ayer, concretamente cuando, a diez minutos para la una del mediodía, finalizó su discurso de despedida ante el pleno del Ayuntamiento de Segovia, tras presentar ante la cámara el escrito de renuncia ‘por motivos personales’. La Alcaldía está ahora en manos, aunque de forma provisional, de la primera teniente de alcalde, Claudia de Santos, encargada de convocar el pleno extraordinario que servirá para dar el relevo al frente de la corporación. Arahuetes, que puede presumir de ostentar el record de permanencia en la Alcaldía de la ciudad, al sumar 3.945 días como primer edil de la corporación, conservará su acta de concejal hasta el próximo sábado. Ese día, el 5 de abril, en un pleno extraordinario, después de votar la investidura de su sucesora, la actual concejala de Cultura, Clara Luquero, Arahuetes renunciará al acta de concejal y abandonará el mundo de la política.
Y fue precisamente a la clase política, a la que ha pertenecido durante más de una década, a la que Arahuetes dedicó una parte de su discurso, casi como si se tratase de una guía, según dijo, o testamento político, «como humildes ideas» y «sin querer dar lecciones a nadie». Ciertamente, el último discurso como alcalde estuvo impregnado de emoción, de recuerdos y agradecimientos personales, aunque también de mensajes de calado político. Arahuetes aseguró que abandonaba el cargo sin comprender las «oscuras razones» de lo que denominó como «política partidista», la que había impedido, aseguró, que Segovia hubiera podido materializar proyectos importantes, entre los que citó la segunda fase de la universidad, la rehabilitación del Cervantes, el CAT o el instituto de San Lorenzo.
Tras declararse ‘preocupado por la situación política’, Arahuetes aseguró que en su trayectoria política «he tratado de hacer las cosas de la mejor manera posible (…) sin ataduras, pensando en el porvenir de nuestros hijos y de los segovianos». Aseguró que sus acciones «se han guiado bajo la premisa del bien común» y pidió perdón a quienes hubiera podido perjudicar, aunque «me voy —añadió— con la conciencia muy tranquila, la satisfacción del deber cumplido y el honor de haber servido a mi ciudad».
Fue entonces cuando Arahuetes quiso hacer un llamamiento a «toda» la clase política para que «devuelvan la dignidad a la misma, que recuperen el sentido noble de la política, la res pública, con credibilidad y respeto». A su juicio, según dijo, una de las causas más profundas de la crisis en la política es la «desconexión entre la praxis política y la moral». A este respecto, señaló que para recuperar «el noble estilo» de la política «debemos renovar y rearmar la dimensión moral y ética de la acción política, para hacer posible lo urgente y lo necesario».
Con anterioridad, Arahuetes confesó que había sido «muy feliz» como alcalde y que hace once años, cuando se embarcó en esta «aventura política» encontró una ciudad «desorientada, apática, desilusionada y sin proyectos». «Nos tacharon entonces de ingenuos y nadie apostaba por nosotros» pero «amábamos a nuestra ciudad y teníamos las ideas muy claras de lo que queríamos hacer». Tras citar, uno por uno, a todos los concejales que le han arropado en estos once años y agradecer su tarea —también a los de IU, con los que compartió gobierno entre 2003 y 2007, sin olvidar el «apoyo leal» de Luis Peñalosa, dijo—Arahuetes recalcó que gracias a «este magnífico equipo de personas» hoy Segovia es una ciudad «muy cambiada». Y lo es sobre todo, recalcó, en la mentalidad de sus ciudadanos. «Están orgullosos de ser y sentirse segovianos, saben de lo que somos capaces de hacer con compromiso, trabajo, proyectos e ilusión».
Arahuetes repasó algunos de los «logros» de sus diferentes gobiernos. «Los segovianos saben cómo estaba la ciudad antes de nuestra llegada y cómo está ahora», añadió Arahuetes, quien se mostró convencido que la lista de logros seguirá creciendo en el año que resta de legislatura y en los sucesivos, en los que «estoy seguro que al frente de la Alcaldía habrá una mayoría progresista».
Arahuetes presumió entonces de que durante sus casi once años como alcalde las puertas del Ayuntamiento y de su despacho siempre han estado abiertas, que nunca se había escondido, que había dado cita a miles de segovianos, asociaciones y entidades, que ha estado presente en las redes sociales y que había acudido a todos los actos a los que se le había invitado.
El discurso también tuvo un amplio capítulo para los agradecimientos. En primer lugar, para el PSOE «por la oportunidad de encabezar sus listas» y «darme total libertad para ser Pedro Arahuetes«. El agradecimiento se extendió a los medios de comunicación, a los funcionarios y trabajadores del Ayuntamiento, y, de forma particular, a la Secretaria, a la Tesorera y al Interventor, al jefe de Policía Local y al de Bomberos.
Después tuvo palabras de elogio a los que denominó como «mis concejales», a los componentes del Gabinete de Alcaldía y , especialmente, a su secretaria, Rosa del Barrio. «Hemos sido, somos, un equipo. Sin ellos no había sido posible llegar hasta donde lo hemos hecho (…) juntos hemos pasado momentos políticos difíciles, pero nunca nos han desunido y puedo presumir de algo que no podrán decir muchos tras su paso por la política: que mis compañeros del equipo de Gobierno son mis amigos».
Para el final, Arahuetes dejó los agradecimientos a su familia, a su mujer Ángela y a sus tres hijos (Pedro, Alfredo y Rafael), a sus suegros, Rafael y Ángela, y a sus padres, Alfredo y Martina, ya fallecidos, a los que agradeció que le inculcaran virtudes como «la honradez, la honestidad, el sacrificio y la responsabilidad».
«Ha sido todo un honor y un privilegio ser vuestro alcalde». Fue la última frase del discurso de Arahuetes, quien con anterioridad había dicho: «cada principio tiene un final y cada final es un nuevo comienzo. Finaliza la etapa Arahuetes al frente de la Alcaldía, de lo que algunos se alegrarán, pero comienza la de Clara Luquero, y esos mismos se alegrarán menos».
