La Historia Universal va anotando con el paso del tiempo, modos, hábitos, costumbres, aficiones, que se han ido quedando atrás precisamente por los altibajos que se producen en la conducta y en el gusto del hombre. La Historia es un auténtico archivo de lo que va haciendo protagonista al ser humano, que prácticamente desde su creación no ha dejado de transformarse y transformar también lo que está a su alrededor.
Es por ello que nuestra memoria ”disfruta hoy” trayendo al presente, a nuestros días, cuestiones y acciones que quedaron atrás, por estar “pasadas de moda” al enfrentarse a los nuevos tiempos. De ahí que se me ocurra “volver” a aquellos ya lejanos años en que el coleccionismo estaba de actualidad, entre pequeños y mayores, y muchos éramos los que disfrutábamos con ello.
El coleccionismo es una afición, un entretenimiento, incluso en algunos aspectos es hasta un negocio. No se puede definir el coleccionismo como cosa concreta, sino que es abierto a toda clase de entretenimientos del hombre, y cito como unos de los ejemplos más expresivos las colecciones filatélica y numismática, aparte las de pinturas y esculturas, mucho más caras, aunque algunas de las otras tampoco fueran “baratas”. De estas variantes del coleccionismo tuvimos en Segovia muy claros ejemplos, dado que fueron muchas las personas de todo tipo y condición que se aficionaban a coleccionar sellos de Correos, tanto nacionales como de otros países, y monedas asimismo de aquí y de allá. Llegaron a celebrarse algunos mercadillos, un día a la semana, en la Plaza Mayor, adonde acudían buen número de aficionados a intercambiar o comprar; se producía una verdadera transacción sobre si tú me das esto, puedo facilitarte eso otro. En este periódico, junto a suplementos especiales semanales (“Suplemento Jueves”, “Monopatín”, “Ciencia al día”…) que fuimos publicando durante varios años, en el de los sábados, “Fin de Semana”, mantuvimos una interesante sección de filatelia, gracias a la entusiasta colaboración que nos prestaba puntualmente un buen y galardonado filatélico de Valencia.
El coleccionismo admite los gustos más variados, desde la filatelia y la numismática, como decimos, hasta las antigüedades, los libros, las vitolas, fotografías, grabados, periódicos, juguetes. etc. De todo lo que se pueda imaginar. Porque también los “peques” disfrutaban coleccionando y cambiando desde chapas, bolas , cromos y hasta gusanos de seda.
Dicen algunos estudiosos que el coleccionismo nació posiblemente con el comienzo de los primeros escritos que aparecieron en el mundo, dado que parece que un rey asirio ordenó reunir en su palacio todas las tablillas grabadas con textos que existían en su imperio. Tiempos después, Platón, en su Academia, y Aristóteles en su Liceo, reunieron también valiosas colecciones de libros para conservar todo el saber de sus tiempos.
De la mayoría de estas variadas colecciones siempre ha habido ejemplos en nuestra ciudad, donde asimismo la especialidad de antigüedades tuvo siempre buenos ejemplos, y creo recordar que por entonces había anticuarios en la calle de San Juan, en Ildefonso Rodríguez, en José Zorrilla, y más de uno también por la provincia. (El lector puede recordar alguno más).
Las librerías “de viejo” también tuvieron sus representantes (y hoy continúan aquí), destacando una que se encontraba en la calle de la Infanta Isabel…y que pasó posteriormente a la plaza de Colmenares, al edificio que ostenta una placa en recuerdo de que allí falleció el ilustre cronista e historiador.
Tiendas de este tipo para facilitar a los coleccionistas sus aficiones (además de los estancos) existieron posteriormente, y alguna que continúa ofreciendo numerosas variantes del coleccionismo, abierta en 1985 en la calle de Domingo de Soto, y cuyo creador, a su jubilación, ha dejado en otras expertas manos. Otros amigos buenos coleccionistas particulares de “todo” (y no cito nombres porque sería muy fácil el olvido) podrían aportar más datos a los que, tratando de memorizar en lo posible, he facilitado en este comentario.
Por supuesto, al hablar de coleccionismo numismático con Segovia es imprescindible contar, pues no en vano la ciudad puede presumir de su famosísima Casa de la Moneda, recuperada hace unos años, pero no con el contenido “verdadero y realista” que debiera haberse conseguido en su restauración. Pero, bueno, ahí está para que siga presente en la historia de la ciudad, y como continuadora de la primitiva existente dentro de la muralla, en lo que fue llamado Corralillo de San Sebastián.
En fin, que el coleccionismo, de lo que sea, sigue en Segovia, y ahora, ante la situación política y económica del país, quiero decir de España, vamos a tener que empezar a “coleccionar” frases, promesas, hechos, acuerdos, acciones, viajes, nuevas palabras, etc. de políticos, y muy especialmente de los componentes del Gobierno para poder “intercambiarlas” y compararlas con las de otros políticos de cargos similares y de países también similares al nuestro, tan maltratado en estos momentos, incluso en su lenguaje tan difundido por el mundo y tan acosado en nuestra propia tierra, con pleno apoyo incluso de los máximos mandatarios.
¡Ah! Perdonen, olvidé quitarme la corbata por eso del “ahorro energético”… Claro que el amigo lector no puede verme, si acaso, leerme; si es así, lo agradezco.
