“Está nevando un poco ahora. Llevamos una semana un poco mala en el aspecto climatológico, aunque nos han comentado que puede abrirse una ventana de buen tiempo del 19 al 21. Vamos a intentar hacer cumbre con todas las fuerzas que nos quedan.
No hay mucho que contar. Llevamos 45 días de expedición, y las fuerzas se van mermando. Pasan los días y vas viendo cómo pierdes musculatura, porque aquí el cuerpo se degrada muchísimo y se atrofia. Eso te va minando la moral, porque vivir a 5.400 metros permanentemente no resulta fácil. La comida, la higiene, el dormir… nada se hace como se hace normalmente, y con el paso de los días esto te acaba afectando y la mente se va resintiendo.
Pero me veo aquí, con las posibilidades reales de hacer cumbre, y sólo deseo que se abra el cielo y que podamos iniciar la ascensión. Mañana (por hoy) vamos a salir directamente para el campamento 2. Digo salimos porque nos vamos mi serpa y yo bien provistos de agua para ver qué pasa. Si hay una opción, espero estar cerca para aprovecharla. Mis compañeros españoles van a esperar un par de días más para subir, porque su ritmo es otro. Aquí tenemos claro que cada uno sabe el ritmo que debe llevar, y qué vagón de tren debe coger para no tener problemas.
Espero en 4 ó 5 días poder hablar de que se ha hecho cima en el Everest, pero repito que está complicado, porque hemos tenido que esperar muchísimo tiempo desde la aclimatación. Yo terminé de aclimatarme el 29 de abril, y han pasado más de dos semanas de ello, por lo que seguro que algo de fondo he perdido. Además hemos tenido que bajar al valle dos veces… baste decir que ayer me pesé en la báscula y me llevé una sorpresa, porque pensaba que había perdido tres o cuatro kilos, y resulta que se me han quedado diez por el camino.
Sé que no estoy siendo optimista, pero en la montaña hay que apostar por el realismo, y a día de hoy el rendimiento que pueda ofrecer en la ascensión es una incógnita para mí. Voy a intentarlo de todas las maneras, aunque ir sin oxígeno está prácticamente imposible, y nadie de los que está en el campo base va a tratar de ascender sin él. Había dos o tres personas que lo iban a intentar como yo, pero está complicado. Eso sí, yo trataré de llegar lo más arriba posible sin tener que usar las botellas. Aquí lo más importante es llegar.
No estoy a tope de moral precisamente, pero tengo que animarme, porque de salud estoy bien, aunque cansado. En el campo base hay ambiente de que por fin se acaban los últimos días tanto de mal tiempo como de desgracias. Una avalancha se llevó a tres, dos serpas se murieron envenenados por meterse en el cuerpo un brebaje que no sé si tenía metanol, a otro le ha dado una embolia… el panorama es un poquito raro, sobre todo si lo juntas con el viento y las nevadas. No me extraña que las cabezas estén un poco tocadas. Hay ganas de acabar, para bien o para mal, porque aquí nadie ha logrado subir la montaña esta temporada.
Además, a finales de este mes el Gobierno cierra la montaña porque llega el monzón y es muy peligroso. Así que estamos ante la última oportunidad y se terminará la incertidumbre. Espero que uno de Segovia sí consiga hollar la cima”.
