Cuando quedan dos actuaciones para cerrar la Muestra Provincial de Teatro, el grupo Antares de Olombrada demostró, ante un Juan Bravo con tres cuartos de aforo lleno, por qué iniciativas como ésta no sólo son aplaudidas por los propios protagonistas, sino también por el público. Un público que ayer, afortunadamente, no acabó en Panamá, pero sí muerto de risa ante una pieza teatral plena de humor y locura, que los componentes de Antares representaron, de principio a fin, como si su grupo fuese una verdadera compañía y no procediese de un pueblo de apenas seiscientos habitantes, sino de una facultad de Arte Dramático.
La locura se intuía desde los primeros instantes de la obra. Con diálogos que parecían de besugos, las primeras líneas del texto no llegaban a ofrecer una idea clara de por dónde iban a ir los tiros; que en realidad, y a pesar del número de muertos, nunca se produjeron. Tampoco estas primeras líneas llegaban a permitir la licencia de pensar que bajo el aspecto angelical de dos ancianas, interpretadas de manera brillante por Katy Cuesta y Carmen Valentín, se iban a esconder dos simpáticas delincuentes, dispuestas a todo, con tal de que no quede ni un solo caballero solo en el mundo.
Mientras las dos protagonistas de la obra iban y venían por el escenario con un andar tan cómico como medido y una risa tan traviesa como tierna, la locura también se dejaba sentir en los primeros compases de obra con la aparición de Teo y Leo en escena y su absoluta convicción de tener sangre azul. Las líneas de Antonio Sanz y Mario Marcos también se instauraban como carcajadas entre las butacas desde el principio, y poco importaba comprender en esas primeras escenas de qué iba el asunto; la locura era absolutamente divertida y el domingo prometía acabar lluvioso pero tan feliz como la melodía de ‘Oh happy day’.
Viendo a todos ellos actuar, además de a un magistral José Luis Herrero, de cierto parecido a Pepe Viyuela, y al resto de componentes que completaban el reparto, era inevitable pensar en la recompensa de la que hablan todos los grupos de teatro de la Muestra, y que no sólo reside en la respuesta de los espectadores, sino también, y sobre todo, en la diversión de las horas de ensayo, en la “comunicación con los compañeros: las risas, los gestos, la complicidad…” que confesaba, en una pequeña entrevista al Teatro Juan Bravo, Fernando Cárdaba, director de Antares, quien además se permitió introducir en el texto de ‘Destino, Panamá’ una serie de guiños a la actualidad que hacen la obra aún más graciosa.
