Anselmo Carretero y Jiménez nació en Segovia el 9 de abril de 1908. Hijo de Luis Carretero y Nieva. Estudió el bachillerato en León donde su padre ejercía su profesión, trasladándose a Madrid para ingresar en la Escuela de Ingenieros. En 1926 ingresó en la UGT y en las Juventudes socialistas, militando desde el año 1934 en la Agrupación Socialista Madrileña y al mismo tiempo participó en la fundación de la Federación Universitaria Escolar. Anselmo vive sus años universitarios (1924-1932) en la Residencia de Estudiantes donde conoció a Buñuel, a Lorca y a Dalí.
En 1932 terminó sus estudios universitarios consiguiendo el título de Ingeniero Industrial y en 1933 entra en la Junta Directiva del Sindicato Nacional de Arquitectura e Ingeniería de la UGT y se especializó en oceanografía ingresando como ingeniero en la Dirección General de Pesca. En 1934 consiguió una beca para estudiar en Alemania donde observó la ascensión de Hitler al poder y a su regreso a España se incorporó a su anterior puesto. El inicio de la Guerra Civil en 1936 le sorprendió en México donde se encontraba visitando a su suegro Félix Gordón Ordás, embajador de España en el citado país. Poco después regresó a España, donde se hizo cargo de la nueva oficina de claves del Ministerio de Estado, y posteriormente se le encomendó la creación del Departamento de Información Diplomática, encargado de obtener información del exterior. Finalizada la Guerra pasó a Francia y de allí marchó a México, donde llegó en la primavera de 1939, vía Nueva York. Su primera ocupación fue la de profesor de física y matemáticas en los centros fundados por exiliados españoles: Instituto Ruiz de Alarcón, Instituto Luis Vives y Academia Hispano Mexicana. Entre 1943 y 1945 trabajó para una empresa agrícola de capital norteamericano en Holcatzin (Campeche) para producción de lubricante para aviones, y en 1946 se trasladó a Loma Bonita (Oaxaca) como director de una empacadora de piña perteneciente a la Sociedad Mexicana de Crédito Industrial. En 1948 regresó a la capital para trabajar en la empresa Sosa Texcoco (Somex, tras la nacionalización) donde permanecería hasta su jubilación en 1985. Anselmo Carretero perteneció a la Agrupación Socialista en México, formó parte del grupo editor de la revista Las Españas, creada en 1946 junto a José Ramón Arana y Manuel Andújar, que tuvo su continuación con la publicación Diálogo de las Españas, y que fue un referente cultural del exilio español durante dos décadas. En los últimos años del franquismo y durante la transición fue miembro del Comité Nacional del PSOE, representando a la organización socialista de México, falleció en México el 22 de mayo de 2002.

Anselmo Carretero y Jiménez fue continuador de la obra de su padre en la defensa de Castilla, cuya personalidad originaria se manifestó en las Comunidades de Villa y Tierra, y procedió a estudiar los procesos históricos que forjaron los diferentes pueblos que integran la realidad española. España, nación de naciones, concepto acuñado por él mismo, en la línea auspiciada por el historiador catalán Bosch Gimpera. Se mostró muy crítico con el proceso autonómico castellano-leonés, siendo partidario de dos Comunidades Autónomas diferentes. Sin embargo, sus postulados no fueron atendidos por el Partido Socialista Obrero Español, aunque sus ideas federalistas han influido en políticos como José Luis Rodríguez Zapatero y Pasqual Maragall.
Entre sus obras destacan, Las nacionalidades españolas (1952); La integración nacional de las Españas (1957); La personalidad de Castilla en el conjunto de los pueblos hispánicos (1960); Las nacionalidades ibéricas (hacia una federación democrática de los pueblos hispánicos (1962); El antiguo reino de León y Castilla, orígenes, auge y ocaso de una nacionalidad; Los pueblos de España (1980); Las Comunidades Castellanas, Segovia (1981); el antiguo reino de León (País Leonés): sus raíces históricas, su presente, su porvenir nacional (1994); Castilla, orígenes, auge y ocaso de una nacionalidad (1996).
La personalidad histórica de Castilla
Anselmo Carretero sigue la tesis magistral de su padre sobre el nacimiento de Castilla. En la norteña cadena montañosa cántabro pirenaica aparecen también al comienzo de la Reconquista unos pequeños Estados de características singulares, Aragón, Navarra y Castilla. En el caso de Aragón y Navarra con raíces vasconas, fueron extendiéndose hacia el sur. Castilla nace en Cantabria, en la zona montañosa comprendida entre el mar y el Alto Ebro, zona poco romanizada y rebelde al dominio visigodo. Una Castilla que se opondrá a los planes imperiales del reino neogótico asturleonés. En efecto, el carácter originario del Estado castellano se manifiesta en que fue el único rincón de Europa de aquellos tiempos en que la población fue libre política y económicamente.
Castilla se expande hacia el sur y se repuebla de norte a sur, con cántabros y vascos, hombres libres e iguales, que se unen a la población indígena. Mientras que León se repuebla con gallegos y, sobre todo, por mozárabes que dejan el Al-Ándalus para establecerse en los señoríos leoneses. En lugar del aristocrático y romano visigótico del Reino de León, Castilla presenta la igualdad democrática de vascos y cántabros, regidos por los usos y costumbres populares. Frente al centralismo unitario se opone el ideal de federación de pequeñas comunidades en el territorio castellano. Estas estructuras y opuestos ideales determinan que los castellanos rompan por la monarquía leonesa. Esta Castilla (Castilla y Álava) rechaza el centralismo neogótico astur leonés, cuya máxima expresión era el Fuero Juzgo. La independencia de Castilla obedece a la incompatibilidad ante los pueblos vasco-castellanos y la monarquía astur leonesa. A la Montaña santanderina y el País Vascongado de unen las comunidades vizcaínas y guipuzcoanas, para formar el viejo reino de Castilla, popular, comunero y foral. El carácter originario de Castilla deriva del hecho de que los reconquistadores bajan de las montañas de Santander y Vizcaya y repueblan las serranías castellanas entre el Duero y el Tajo. Una repoblación vasco cántabra que también fue importante en Segovia.
Anselmo Carretero conoce perfectamente la realidad de la sociedad castellana. Los datos estadísticos eran elocuentes: el resultado es que el castellano ha perdido su conciencia comunitaria y su pasado nacional, por lo que Anselmo Carretero propugnará la reconstrucción de la memoria colectiva de los reinos de León, Castilla y Toledo. Concluye que Castilla se ha dividido en cinco pedazos: 1) La Montaña cantábrica, la cuna de Castilla y de la lengua castellana; 2) La Rioja, principal foco cultural de la primitiva Castilla; 3) La provincia de Madrid; 4) Las provincias de Burgos, Soria, Segovia y Ávila; 5) Las provincias de Cuenca y Guadalajara. Una Castilla dividida, sin la Montaña cantábrica y La Rioja, y sin las provincias al sur del Guadarrama. El resultado es que se ha acabado con el centralismo ejercido desde Madrid, para ser sustituido por uno nuevo desde Valladolid. Mientras que se ha promovido la inclusión forzosa de la provincia de Segovia a costa de su voluntad, una situación que no es democráticamente admisible.

Anselmo Carretero da un paso más y concluye que España es una comunidad de pueblos, nacionalidades y regiones. El autor segoviano concluye que Castilla deberá recobrar su propia identidad. Mantener la castellanía no era para él aferrarse al pasado, sino mantener una conciencia colectiva y sus raíces para crecer en el futuro. La autonomía de Castilla es una cuestión de conciencia y voluntad colectivas: dependerá de que los castellanos crean en sí mismos y en su sentimiento de colectividad regional. Anselmo concluye que “Nadie hará por Castilla lo que no hagan sus hijos”. El nuevo florecer de España, necesita que “los castellanos todos, desde la Montaña cantábrica hasta las serranías de Cuenca, recuperen la memoria histórica y la conciencia comunitaria perdidas”.
Hacia un futuro castellano
Anselmo Carretero consideraba que era preciso devolver a Castilla a su relevante papel que en la historia de la nación española ha desempeñado. En primer lugar, devolver al nombre de Castilla la significación geográfica que le es propia, es decir, las diversas tierras que constituyeron el antiguo Reino de Castilla surgido de la Reconquista, como entidad histórica con propia personalidad. Unos límites dentro de los cuales se encuentran las provincias de Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia y Ávila, junto con las provincias de Madrid, Guadalajara y Cuenca, al otro lado de la sierra de Guadarrama.
Desde el año 1976 se planteó la cuestión de la descentralización del Estado español, al mismo tiempo que surgía la posibilidad de recuperar la identidad perdida de Castilla. Sin embargo, se partía de la identificación de León con Castilla, cuando el Reino de León abarcaba Asturias, Galicia, la Tierra de Campos y Extremadura. Se desconoce así el fenómeno histórico de la independencia de Castilla y del nacimiento del castellano al ocultarse sus orígenes cántabros. En los siglos medievales están la razón y los principales cimientos históricos de la nación española. Los pueblos de la Corona de León (Asturias, León y Galicia) subraya el autor, tuvieron orígenes y raíces medievales muy diferentes a los del Condado de Castilla y Álava.
La historia de León y de Castilla durante la Edad Media y hasta el siglo XIV fue muy diferente. Con el rey Fernando III se reunió en una sola cabeza en 1230, las Coronas de León y Castilla. La Corona de León estaba formada por Asturias, Galicia, León y Extremadura. De modo que, a Castilla, junto con las provincias vascongadas, se unió al citado antiguo Reino de León, al mismo tiempo que a la Corona León-Castilla se unieron Murcia y Andalucía. A partir de la unión definitiva de las Coronas de León y Castilla, la legislación y las estructuras sociales leonesas –con el Fuero Juzgo, traducido al castellano-, se extendieron por toda la España meridional, mientras que los castellanos y los vascos continuaron rechazando tal Fuero.


El resultado es que la tradición unitaria, las estructuras sociales, las leyes, las instituciones eclesiásticas, civiles y militares, y la Monarquía imperial, todo fundamentalmente godo –romano pasa al Estado español a través de la Corona asturleonesa y las dinastías de los Trastámaras, Austrias y Borbones. Desde el siglo XVI, Castilla se confunde con demasiada frecuencia con España. Para Anselmo Carretero resulta necesario rescatar las Historias de León y Castilla para devolver a sus pueblos la conciencia comunitaria. Tras la Constitución de 1978, se reconoció la personalidad de doce nacionalidades o regiones históricas (Andalucía, Aragón, Asturias, Cataluña, Extremadura, Galicia, Baleares, Islas Canarias, Murcia, Navarra, País Vasco y Valencia). Sin embargo, se decidió suprimir del mapa nacional el antiguo Reino de León, Castilla y el antiguo reino de Toledo. Se decidió en definitiva establecer cinco regiones político administrativas de nueva creación, se eliminó así a Castilla del conjunto de nacionalidades españolas y se divide a Castilla en cinco porciones: se pasaba del mito de Castilla como capitana de España a la negación de la nacionalidad castellana.
Se borraba al antiguo Reino de Toledo, centro de la Hispania visigoda, así como el Reino de León, en este caso con una base geográfica centrada en la cuenca media del río Duero, incluida la Tierra de Campos, con unas estructuras sociales y políticas de estirpe godo-asturiana que tuvieron su expresión jurídica en el Fuero Juzgo romano-visigótico, junto al idioma leonés. Después de la unión de las Coronas de León y Castilla, en el ángulo sureste del Reino de León, se desarrolló por situación geográfica y debido a su condición de centro administrativo, Valladolid.
Será desde esta capital donde se propugnó la fusión de las tierras castellanas y leonesas del Duero, lo que despersonalizó tanto lo castellano como lo leonés.
Desde mediados del siglo XIX el proyecto de una oligarquía agraria de la planicie del Duero de crear una nueva entidad político administrativa “castellano –leonesa”, regida desde Valladolid, se fue imponiendo, como advirtieron los regionalistas castellanos a comienzos de los años 80 del siglo XX. Anselmo Carretero concluye que en 1983 se eliminó la personalidad de Castilla, dividida en cinco trozos. León mantuvo su integridad territorial, pero perdió su identidad histórica y su tradición cultural. Desde el punto de vista del desarrollo material, la ciudad de Valladolid ha crecido desorbitadamente a costa de frenar el progreso de Burgos, como tradicional cabeza de Castilla, al mismo tiempo que se ha frenado el crecimiento de las provincias castellanas de Soria, Ávila y Segovia.
Luis Carretero y Nieva y Anselmo Carretero y Jiménez han aportado una relevante concepción de España “habitable” para todos. Castilla ha sido así la principal víctima del centralismo, ha perdido su entidad política y nacional debido a las sucesivas divisiones provinciales y lo más grave ha perdido su identidad colectiva. Sin embargo, estos segovianos abogaron por un renacer de Castilla, en primer término, mediante el conocimiento de su personalidad histórica y la toma de conciencia de la necesidad de una voluntad comunitaria para labrar su futuro. Estos segovianos, padre e hijo, propugnaron en segundo lugar un porvenir para los castellanos a través del desarrollo económico de sus tierras, aprovechando sus recursos humanos y materiales, y generando una serie de oportunidades de empleo que eviten la emigración secular de sus gentes. Soñaron con la felicidad de sus habitantes, con la recuperación de una conciencia colectiva, la renovación de la solidaridad de sus integrantes, con el renacer del orgullo de sentirse miembros de una comunidad que avanza unida y segura en labrarse un futuro en coordinación con el resto del país.
Corresponde ahora a los castellanos poner en marcha el ideario colectivo propugnado por aquellos ilustres segovianos para renacer nuestra Tierra y con ello asegurar el futuro de la nación más antigua de Europa, España.
