Con un año nuevo se construyen ilusiones relacionadas con la salud, la familia, el trabajo; y cómo no, con las aficiones que cada mortal tenemos para pasar el tiempo que nos dejan libre las mencionadas anteriormente. Yo soy ferviente seguidor de un equipo de fútbol de la ciudad donde nació: la Gimnástica Segoviana C.F. Mas, en la columna de hoy, voy a referirme a otro de ámbito superior por el que también estoy enamorado desde que tenía siete años, cuando mi tío y padrino de bautizo me regaló un futbolín y me tocó jugar con las barras de ese equipo: Atlético de Madrid.
Esta temporada está dando sus frutos y nos mantiene a los adeptos rojiblancos con grandes satisfacciones e ilusionados con el devenir que podamos tener al final de la misma. Simeone sabe darnos sufrimientos y alegrías, esa es la tónica característica de nuestro Club. De momento toca lo segundo: algunas veces venciendo in extremis por genialidades de Griezmann, Sorloth, Correa… ya que todo vale en el variopinto mundo del deporte.
Por todo lo anterior, el nuevo año sigue prometiendo: estamos muy vivos en la Champions League; en el Campeonato de Liga está luchando jornada a jornada por auparse a la primera posición; en la Copa del Rey la siguiente eliminatoria en octavos de final la jugará contra El Elche; “no hay enemigo pequeño, el peor enemigo eres tú mismo”. Tal axioma lo sabe muy bien el Cholo para incentivar a sus pupilos.
Lo he descrito en muchas ocasiones: la madera de un atlético para sufrir sin llorar hay que conocerla; si no, que se lo pregunten a mis amigos de la prensa y radio: Javier Martín, Quique Gómez, Miguel Ángel Fuentetaja, Quini.
