En un equipo de baloncesto cada miembro del grupo asume un rol que todos deben aceptar y apreciar. En algunos casos se sobresale por ser el máximo anotador, reboteador o asistente, pero en otros el valor proviene por el carácter conciliador de algún jugador que hace aunar intereses y egos y facilita la estabilidad.
Cuando estaba en la cancha todas las demás sabían lo que tenían que hacer
En 1987 el equipo más laureado del baloncesto femenino, el CB Jesuitinas, logró un ascenso tan sorpresivo como merecido a la primera división nacional. Siempre serán recordadas, entre otras, aquellas que solían ver aro con facilidad como Belén Serrano, Ana Martín o Mª José Heredero. Sin embargo, los que conocimos la magnífica evolución de ese equipo no dejamos de apreciar la labor sigilosa de una base que no era ni la más fuerte, ni la más rápida, ni la que mejor tiraba a canasta, pero que cuando estaba en la cancha todas las demás sabían lo que tenían que hacer. Me estoy refiriendo a Raquel García, la entrañable ‘Peli’. Una persona con una voluntad que la hacía superar cualquier exigencia física en los entrenamientos, dispuesta a ayudar a quien lo necesitara, con una visión optimista del día a día y con un carácter que ayudaba a crear siempre un buen ambiente.
Esa fuerza mental la ha hecho afrontar con éxito carreras de maratón, dedicar sus vacaciones a ayudar a colectivos vulnerables, fomentar el deporte entre los más jóvenes y, sobre todo, transmitir todos los excelentes valores que la actividad física puede desarrollar.
Demuestra esa resiliencia que siempre te ha caracterizado, los mejores momentos están por llegar
Raquel, ahora que ya no tienes que correr detrás de un balón, ni saltar a por un rebote, es el momento de concentrar todas tus fuerzas en aguantar este mal momento pasajero. Demuestra esa resiliencia que siempre te ha caracterizado, los mejores momentos están por llegar. Mucho ánimo.
