Llega la Semana Santa en la que los fieles cristianos y los ciudadanos españoles se encontrarán en las procesiones. Las calles se convierten en templos y lugares de oración. Y es que las procesiones son manifestaciones religiosas fruto de una fe sincera que pertenecen a la llamada piedad y religiosidad popular.
Hasta hace décadas eran organizadas por el pueblo cristiano en las parroquias, como ocurre en la mayor parte de las iglesias del mundo y en las zonas rurales españolas. Pero han surgido cofradías que, justificadas desde unos estatutos con finalidades pastorales, las gestionan de forma turística poniendo en peligro la razón de ser de las procesiones.
De esta manera, nos encontramos ante procesiones, cofradías, fe cristiana, arte y turismo. Ante esta paella de manifestaciones es posible que quienes no tienen fe solo vean los componentes del arroz e ignoren el sabor de la fe cristiana que las sustenta.
¿Qué son o deben ser las cofradías? Son asociaciones religiosas de fieles cristianos que se rigen por el derecho canónico y el derecho particular o diocesano. Como consecuencia deben tener estatutos aprobados por el obispo quien ha de vigilar y cuidar que se conserve la integridad de la fe y costumbres.
Entre los fines se encuentran: Promover, desarrollar e incrementar, según las normas de la Iglesia, el culto público y privado, bajo el título de la advocación correspondiente.
Promover entre los cofrades una vida cristiana más perfecta e impregnar, perfeccionar el orden temporal con el espíritu evangélico y testimoniar a Cristo.
Fomentar el espíritu y la vida litúrgica en la parroquia y en los actos de piedad públicos y privados.
Buscar una sólida formación cristiana mediante actos adecuados, como los preparados por la parroquia y conforme al plan pastoral diocesano.
Practicar obras de caridad y apostolado sagrado, no sólo entre sus miembros, sino sobre todo con los más necesitados, sin excepción ni distinción.
El papa Francisco reconocía en una homilía la labor de las cofradías como “realidad tradicional de la Iglesia que ha vivido en los últimos tiempos una renovación y un redescubrimiento”.
Frente al eterno debate sobre qué papel deben jugar los cofrades dentro de la Iglesia Católica, Bergoglio vino a despejar todas las dudas, teniendo palabras de aliento hacia los integrantes de esta realidad cristiana: “Sed una presencia activa en la comunidad, como células vivas”, dijo Francisco. Igualmente vino a asentar las bases sobre cuál debe ser el verdadero elemento aglutinante que ha de guiar a los cofrades y miembros de hermandades de todo el mundo: “Amad a la Iglesia. Dejaos guiar por ella”.
Como si de los mandamientos se tratase, Francisco ponía punto y final a su disertación estableciendo una misión específica para los cofrades. En palabras del Papa argentino, este tipo de asociaciones tienen una misión: “mantener viva la relación entre la fe y las culturas de los pueblos a través de la piedad popular”.
“Es evidente que ni se puede reducir la religiosidad popular a las cofradías, ni se puede prescindir de ellas. Las Hermandades de Semana Santa tienen un especial protagonismo no sólo en esos días sacros, sino durante todo el año. Religiosidad popular, hermandades y Semana Santa son, pues, inseparables, aunque haya otras formas de expresar lo religioso que no tienen relación alguna ni con la cofradía ni con la llamada Semana Mayor.
Son numerosas y activas. Su labor pastoral, catequética, caritativa y social no puede olvidarse. Ahora bien, igual que se recurre al ocultamiento de las creencias religiosas bajo el pretexto de considerarlas asunto absolutamente privado, también podría ocurrir que se acudiera a la hermandad como si esa pertenencia, por sí sola, eximiera de todas las demás obligaciones y compromisos religiosos y morales que comporta el ser auténtico cristiano.
La cofradía es una forma de vivir en cristiano, de seguir a Jesucristo, de estar en la Iglesia, de caminar como ciudadanos de este mundo, de sentir el calor de la propia familia. Una hermandad no es solamente una agrupación a la que se pertenece, ni siquiera una serie de actividades religiosas en torno a unas imágenes veneradas. La hermandad es un espíritu, una vida, una fe, un patrimonio espiritual. Un cofrade ha de ser hombre de fe.
