Se muestra orgulloso de su trayectoria sindicalista —está afiliado a UGT desde 1990— y desde las últimas elecciones es concejal de Medio Ambiente, área con competencia en ámbitos tan importantes como la recogida y separación de residuos, la limpieza viaria o los parques y jardines, además de la educación y sensibilización medioambiental y la movilidad sostenible. Nacido en 1969, casado y con una hija, Jesús García Zamora es diplomado en Relaciones Laborales, técnico medio en Prevención de Riesgos Laborales y trabajador del sector agroalimentario. Se afilió al PSOE en 1995 y es miembro de su Comisión Ejecutiva Provincial.
¿Cómo se han desarrollado sus primeras semanas al frente de la Concejalía?
Me ha sorprendido para bien el buen engranaje que tiene la administración local, algo que ya percibía desde fuera. Tenemos unos empleados magníficos y en la Concejalía un equipo técnico de lujo. Nuestros ciudadanos tienen que sacar el orgullo por la gente que trabaja para nosotros y de ahí que los espacios verdes se mantengan con un mimo inusitado o la gente que realiza la recogida de basuras y la limpieza viaria haya merecido incluso que los vecinos de un barrio nos felicitaran, en la campaña electoral, por su trabajo. Todo tiene capacidad para mejorar pero, de hecho, nuestra ciudad está considerada entre las diez más limpias de España, algo que se debe no solo a los servicios municipales sino al compromiso de los ciudadanos.
¿Con qué prioridades trabaja?
Uno de los compromisos del programa electoral que quizá es lo que he cogido con más ganas, porque creo es una necesidad de la ciudad, es dotarnos de una estructura estable en materia de educación medioambiental. Se han hecho cosas bien pero queremos hacer una programación más ordenada. Desde un punto de vista político probablemente los resultados, en todo su esplendor, no se verán hasta dentro de cinco, diez o quince años, pero por responsabilidad queremos incentivarlo.
¿Por qué esa insistencia en la educación medioambiental?
Recibimos quejas en la Concejalía por cuestiones como que en las fiestas de la ciudad había vasos y botellas por las calles. Aunque se pongan contenedores y un policía detrás de cada ciudadano, si el ciudadano no quiere no tendrá un comportamiento cívico. Es fundamental trabajar con jóvenes, mayores y niños. Es una cuestión de civismo, porque orinar en la calle, sinceramente, no es comprensible bajo ningún concepto. Me preocupa educar para que, en términos generales, cada ciudadano sea un cuidador y un conservador de nuestra ciudad, como lo es la gran mayoría, porque Segovia tiene un patrimonio monumental y natural espectacular que tenemos la obligación de respetar y dejar lo mejor posible para quienes vengan detrás nuestro.
¿De qué manera se va a articular esa estructura para la educación medioambiental?
Los recursos que tenemos son escasos pero estamos comiéndonos la cabeza, y el equipo técnico está trabajando a tope con esto para llegar mucho mejor, ser más capilares. Vamos a trabajar probablemente con tres centros de los que van a partir el resto de actuaciones: El Centro de Interpretación de San Lorenzo, que va muy bien y será el punto neurálgico de educación medioambiental, el Jardín Botánico, una maravilla, y el Lago Alonso, por las posibilidades que hay de ponerlo en valor desde un punto de vista geológico y también de algo que forma parte de nuestra tierra, como es la trashumancia.
Dentro de las cien primeras actuaciones que anunció la alcaldesa para los primeros cien días había otras prioridades. ¿En qué estado se encuentran?
Van a buen ritmo. Se ha ajardinado la zona de la antigua serrería, en La Albuera, se han instalado más contenedores soterrados (en Día Sanz), y estamos trabajando con la que será ordenanza de biodiversidad, que se ha girado a la Consejería de Fomento y Medio Ambiente y a asociaciones para que hagan aportaciones. Estamos trabajando en el primer borrador, queremos que sea bastante consensuado y participado para que pueda ir todo con bastante fluidez. También lleva muy buena marcha el jardín de la Casa de la Moneda.
La recogida de residuos en el pasado vivió momentos complicados en la ciudad, por conflictos entre trabajadores y empresa concesionaria. ¿Hay ‘calma chicha’ en este momento o hay motivos para estar intranquilos?
Está todo tranquilo. El convenio colectivo está en vigor hasta 2017 y han tenido que hacer un ajuste duro pero pactado. Ahora mismo a la Concejalía no le ha llegado ninguna queja de la situación laboral de los trabajadores.
¿Está satisfecho con el servicio que ofrece FCC? ¿No se ha planteado el actual equipo de Gobierno la gestión municipal directa?
En general sí estamos satisfechos, aunque siempre es mejorable. Una medida como volver a la gestión municipal requiere de un estudio muy sosegado y en este momento hay un contrato en vigor, con un pliego que creo recordar vence en 2018 y de aquí a esa fecha se analizarán todas las posibilidades. La principal medida, que ya estamos realizando, es analizar los caminos de mejora. Hay que tener en cuenta que el pliego lleva funcionando diez años y las necesidades de la ciudad eran bien distintas a las que tendrá en la próxima década. Tenemos que trabajar ya para estar bien preparados para el futuro y se valorarán todas las posiciones sin ningún tipo de apriorismo.
¿Funciona bien la Patrulla Verde? ¿Cuál es su principal logro?
Hace un buen trabajo y queremos, sobre todo, que tenga carácter disuasorio, educativo, informativo. Un segundo paso es el aviso y, cuando ya no se deja otra opción, la vía disciplinaria. Hay una unidad con dos agentes y queremos trabajar con ellos para centrarnos en cuestiones concretas, junto a la Concejalía de Seguridad Ciudadana. Un aspecto a trabajar, y ya lo hemos hablado, es el de los residuos. Si hay una papelera llena y debajo hay basura, a mí se me pondría la cara coloroda, porque significaría que el vecino quiere cumplir y no hemos dado respuesta pero lo que no es de recibo es que sigan produciéndose, es cierto que en momentos determinados, no de forma generalizada, comportamientos incívicos.