Álvaro Palomo, un joven segoviano afincado en Barcelona, volvió de vacaciones el pasado martes. El miércoles se incorporó al trabajo en una zona cercana a la avenida Diagonal y el jueves, estando en su oficina, se vio sorprendido por las noticias del atentado que acaba de tener lugar en La Rambla.
Reconocía ayer estar todavía “un poco en shock”, porque “recién incorporado me encuentro con esto”. Se enteró de la noticia a los pocos minutos de producirse, cuando “me llamó mi pareja, que estaba fuera de Barcelona haciendo unas cosas y no podía llegar al centro”. Entonces, recuerda, “se empezó a colapsar todo y ya empecé a ver las noticias on line para enterarme de lo que pasaba”. Enseguida, además, comenzaron a llamarle familiares y amigos, preocupados por su situación.
Durante las primeras horas siguientes al atropello múltiple, el caos informativo, con informaciones no confirmadas, causó momentos de desconcierto entre los vecinos de la ciudad. Por ello, Palomo explica que “me quedé en la oficina hasta que se tranquilizara todo, porque no estaba muy claro lo que pasaba”. Además, “activaron la amenaza de atentado inminente y había mucha tensión”, se suspendieron las líneas de metro y autobús que circulan por el centro de la ciudad, por lo que su pareja no encontraba el modo de llegar a casa, y eso añadía más preocupación al segoviano.
Y es que vive en el barrio Gótico de Barcelona, a apenas 200 metros del lugar en el que terminó su mortal recorrido la furgoneta. “Estaba todo acordonado, me costó llegar hasta mi casa, porque vivo en una calle que une la plaza de San Jauma y Las Ramblas y la furgoneta acabó en la parada de metro de Liceu, que es el que yo cojo”, relata.
Palomo reconoce que vivió la fatídica tarde del jueves “con mucho desconcierto y nerviosismo; te pasa de todo por la cabeza, y sobre todo incertidumbre, porque no estaba muy claro lo que pasaba y había mucho nerviosismo en esos momentos”.
Llegó a su casa en torno a las 20.30 horas y seguía todo acordonado, con furgones de la Policía en la zona “y el barrio Gótico estaba vacío, no se oía una voz en todas Las Ramblas —una de las zonas con más tránsito de gente tanto de día como de noche—, pero seguían los helicópteros sobrevolando la zona… y eso genera desconcierto, porque sabes que sigue la alerta”.
Después de esta experiencia, “es complicado volver a la normalidad; pero haciendo un esfuerzo tenemos que quitarnos el miedo del cuerpo y seguir luchando contra el terrorismo islámico, que es un problema global”, reconoce. “Costará estos días un poco volver a la normalidad, estamos de luto oficial, hay policías en cada esquina y está todo tenso, pero no nos pueden ganar y no podemos tener miedo”, concluye.
