Ven acércate. Yo seré tu guía. Si vienes a Valseca, te enseñaré mi pueblo. Porque detrás o delante de los estereotipos que tenemos todos de cada lugar, existe una intrahistoria. En un medio rural del que se habla de su despoblación, y de lo que absorbe la sociedad y el actual modelo económico a los pueblos, es bueno hacer perdurar los valores, y el conocimiento de cada lugar. En ese aspecto, no todo es negativo, hablo por ejemplo, del factor de las casas rurales incorporadas a la vida de los núcleos y municipios, que en muchos lugares, aportan la novedad y un soporte más de vida, y con las que se ensalzan esos rincones perdidos que no entran en los circuitos populares de turismo.
Pero si te acercas a Valseca, como ocurre en cada pueblo, al primer sitio al que te llevaré, será al bar. Te presentaré a su regente, Andrés ‘Chapete’, un hostelero de los de toda la vida, de buena conversación y mejores pinchos; después al lado, en alguna de las sillas del establecimiento, te abriré un libro, el de la vida de los antiguos taberneros, Mariano Herranz y Marcial Fuentes, a ellos les queda el mejor poso de sus bares, y te podrán contar mil historias de la vida del pueblo y el recuerdo de las personas.
Saldremos a la calle, y te olerá al horneado de las tres bollerías de aquellos descendientes de los Mellizos y el Tío Servulo. Después te hablaré de mis calles, de esas cartelas y historias callejeras, que contienen nuestra pequeña historia. Muchos nombres propios. El de Felipa ‘Calola’, la popular rosquillera, hija y nieta de reposteras, ya fallecida, que guardaba con cariño y tesón la cesta de mimbre oscuro con la que su madre, María, servía las roquillas a la Infanta Isabel “la Chata” en el Palacio de la Granja.
Con mi dedo índice te indicaré un paseo, el que va desde la Calle Laurentino Cardiel a Los Caños y que dirigía los pasos de los médicos Cardiel y el farmacéutico Gurruchaga, hasta el laboratorio farmacéutico. También te guiaré por rincones especiales donde jugábamos de niños, la plaza de Los Curros, llamada de forma oficial ‘de Boones’, como el antiguo apellido de Valseca. Esa familia de apellido García y de apodo los Curros, que vivían en esa plaza, fundaron La Currita, una de las legendarias cerámicas de la provincia. Y de mejor barro. De igual forma, miraremos con curiosidad los lugares en donde se guardan esos garbanzos gordos, que dicen los valsequeños tener ‘cara de vieja y culo de panadero’. También te mostraré viejas casas y pajares, que mantienen referencias del pasado, a los que el boom inmobiliario no absorbió su rastro. O callejas entrañables como La Amargura, pero de vieja esencia.
Fijaremos la mirada en la placa donde nació el doctor Velasco, el valsequeño más popular, médico y fundador del Museo Antropológico de Madrid. Y en otro edificio dedicado a su memoria, el del centro cultural, piedra a piedra conoceremos el renovado Museo de Minerales. Acabaremos al lado, en la Plaza Mayor y te contaré por qué es tan importante Valseca en la pervivencia de la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia. Y que en ese Concejo tuvo lugar la que los más prestigiosos historiadores segovianos dieron en llamar “la última revolución comunera de Castilla”.
Si vienes a mi pueblo, entre un casco urbano de casas bajas, te invitaré a mirar a la torre de la iglesia de la Asunción, para que veas “nuestra pequeña catedral” neoclásica, y también pondré en tu mirada el edificio más antiguo del pueblo: la ermita del Humilladero. Si vienes a mi pueblo, te enseñaré mucho más.
