A veces las sinergias son coincidentes. Las efemérides, los aniversarios, o los bicentenarios, como en el caso a que me refiero, pueden unir energías en el tiempo. No hay que creer en efectos extraños, infrecuentes, paranormales, sólo en hermosas coincidencias. Personalmente pienso que en muchas casas cerradas, edificios antiguos con escasa utilidad, o desvanes rebosantes de polvo, podemos encontrar sorpresas, que, por anodinas, abandonadas, o ser muchas veces objeto del desprecio, nos pueden resultar sorprendentes. El valor de las cosas está en conservarlas, pero el tiempo quiebra muchas veces las intenciones y mide la valoración de las cosas a través del filtro de los años.
Corría el mes de diciembre de 2015, y en Valseca y en Madrid se acababa de celebrar a través de dos hermosas y emocionantes jornadas, el bicentenario del nacimiento del doctor Pedro González Velasco(Valseca,1815-Madrid,1882), uno de los grandes cirujanos españoles del siglo XIX y fundador, entre otros, del Museo Antropológico de Madrid. Pero el fin de año estaba por despertar la última sorpresa del histórico acontecimiento.
En una casa, de las que comúnmente llamamos viejas, sin apenas ya utilidad, y más exactamente en su sobrado, impertérrita se mantenía una vetusta mesa de madera de su primitiva inquilina, la señora Isabel. Arrinconada, con un brillo de polvo y alguna telaraña pendiendo de la viga próxima, un buen día sus actuales propietarios fijaron su curiosidad en ella y abrieron uno de sus cajones. Y como quien se encuentra un pequeño tesoro adosado a una pared, de su espacio sacaron algún papel junto a dos libros en un estado de conservación impecable. Uno, el de la primera guía del Museo Antropológico de Madrid(1876), Museo Etnológico en su origen, fundado por el Doctor Velasco; y el otro, referido a la Bajada de la Virgen de la Fuencisla de 1899.
La emoción no se hizo esperar. Las campanillas del tiempo parecieron sonar a la par con especial alarde. Una vez enterados, no se dejó pasar más el tiempo, ni tampoco que acabara un año tan especial como 2015, y se tomó contacto con los amigos del museo, más concretamente con su director, Fernando Sáez, para contarle el hecho de dicha aparición. Y de la misma forma, preguntarle, si en la completa y repleta biblioteca del museo, disponían de ese libro-guía, el primero con el que se puso en marcha el legendario museo, escrito por el primer biógrafo de Velasco, el también amigo y doctor Ángel Pulido.
Fernando también reaccionó con sorpresa. Y se le planteo la interrogante con inmediatez. ¿Fernando, tenéis ese libro en la biblioteca?. “Es el único libro que nos falta para completar la bibliografía del museo y de Velasco. No tenemos el original. Lo que sí que tenemos es ese libro pero fotocopiado”, añadió. El choque de emociones se hizo latente. “Te voy a pedir un favor, trata de hablar con esas personas para ver la posible cesión o donación de ese libro al museo”. El diálogo y los intentos, se prolongaron y se hicieron infructuosos. La voluntad, el deseo y la libertad de decisión, es de cada persona. Pero nunca es tarde y el sueño de encajar el libro en un lugar tan simbólico puede un día cumplirse. La ilusión por conseguirlo se mantiene intacta.
