Puede ocurrir a veces que una noticia local te traiga recuerdos personales vividos en un pasado más o menos lejano. Me acaba de ocurrir algo de esto cuando he leído que hasta el 29 del pasado septiembre, en la cercana localidad de Torrecaballeros ha estado abierta al público una exposición fotográfica montada por la Subdelegación Provincial de Defensa con el título “Misión: Líbano”. Hacía referencia a la actuación de tropas españolas en el conflicto ocurrido en aquella nación tan castigada por la guerra, en el pasado septiembre del 2006. Tras una escalada en el conflicto entre Israel y Líbano, las Fuerzas Armadas españolas se desplazaron allá como parte del UNIFIL, es decir, Naciones Unidas para el Líbano, respondiendo así al compromiso de España con la paz y seguridad internacional a través de la resolución 1701 de las Naciones Unidas.
Pues bien, esta noticia me trae el recuerdo de nuestra presencia en aquel tan sufrido país en noviembre de 1993, integrados en un grupo de la OMJET (Asociación Mediterránea de Periodistas de Turismo), que conocimos “en directo” las consecuencias de la lucha entre la milicia proiraní Hezbolá, de un lado, y el Ejército israelí y las milicias cristianas de otro. Nuestra llegada a Beirut fue el lunes 30 de agosto de 1993 y abandonamos el país el 9 de septiembre, días antes en que se anunciara el recrudecimiento de los combates. Conocimos en vivo los destrozos causados no solo en Beirut, sino también en otras localidades como Baalbek, Bazhoun, Zahle, entonces capital de la provincia y con delegación del Gobierno; Byblos, Saida, Tiro y Sidón, y las terribles consecuencias que estaba sufriendo la población por falta de alimentos, luz eléctrica, etc. Beirut era un caos de cables por todas las calles, pues se tenían que utilizar generadores para producir electricidad en muchos centros y comercios Nos dijeron que como Hezbolá no había empleado aviación, sino cañones, ametralladoras y fusiles por los francotiradores, sin haber destruido por completo muchos edificios, sí habían dañado y derribado fachadas, y en alguna de lo que había sido vivienda hasta vimos a una familia “habitando en ella” sin pared exterior. La situación era ya muy delicada, hasta el punto de que el autobús de los periodistas era custodiado por fuerzas de la Policía Turística, del Ejército y de la Policía Nacional, con varios de cuyos componentes pudimos conversar para conocer la situación del momento.
Como recuerdos “más agradables” dentro del desalentador panorama, están el recorrido por el bosque de los famosos cedros, la plantación de uno por la representación española, recepciones oficiales y otras especiales por parte del jefe musulmán Mufti (que regaló a las señoras un pañuelo para que cubrieran la cabeza durante la recepción), y el patriarca maronita Mgr. Nasrallah Sfeir. Seguidamente ascendimos por una escalera de caracol con un centenar de peldaños para poder contemplar de cerca la gran escultura de la imagen de la Virgen del Líbano, sobre una montaña desde la que se contemplaba un excepcional panorama.
Los soldados que nos acompañaban y cuantos permanecían de guardia en puestos concretos, se mostraron en todo momento muy entusiasmados por confraternizar con nosotros, permitiendo las fotos con ellos e incluso enseñándonos el manejo de las armas y municiones que portaban.
El Congreso Internacional de la OMJET se inauguró, con asistencia del presidente de la República Libanesa, en el hotel Coral Beach, propiedad de un matrimonio de español y libanesa, y se desarrolló posteriormente en el Versailles.
Nuestra salida de Beirut fue, como antes señalaba, el 9 de septiembre, y el día 17 se recrudecieron los ataques por ambos bandos, si bien durante nuestra estancia también pudimos llevarnos algún que otro susto, a pesar de la presencia de las fuerzas de seguridad que nos custodiaron en todo momento.
