Su trayectoria en el estudio del derecho y de las religiones y su estudio de la historia le han llevado a publicar interesantes obras. La última es el Sacro Imperio Romano Hispánico, pero antes estuvieron La conjura silenciada contra España, La Leyenda Negra: Historia del odio a España y La Guerra Cultural: los enemigos internos de España y Occidente.
— ¿Qué quiere reflejar con el nuevo y sugerente título que alude al Sacro Imperio Romano Hispánico?
— Que el verdadero sucesor del Imperio romano fue el Hispánico y no tanto el Germánico. No sólo su sucesor sino el que llevó la obra civilizatoria romana “plus ultra”, no sólo en sentido geográfico, del Mediterráneo al Atlántico y luego al Pacífico, sino también en sentido cualitativo: en la legislación, los modos de gobernar, la filosofía, la religión, las infraestructuras, la economía…
— ¿Qué paralelismos y diferencias existen entre uno y otro imperio: el germánico y el hispánico?
—El Germánico presume de lo que no fue. No fue realmente un Imperio, el Emperador no tenía gran poder, con algunas excepciones como Carlos V, sino que mandaban los príncipes y regentes de casi cien unidades soberanas. No fue Sacro pues eran mayormente protestantes y combatientes de la Iglesia. No era Romano pues no hablaban latín. Y era escasamente germánico pues, por de pronto, lo funda un franco: Carlomagno, había distintas lenguas germánicas, pero Alemania no existía y Prusia no formó parte del Imperio. Más que heredar lo romano lo que representaba es a los bárbaros que acabaron con él.
El Hispánico oculta lo que en realidad fue. Se le suele denominar Monarquía Hispana o Católica, pero esa denominación se confunde con Francia y no representa todo su significado histórico: fue un Imperio de carácter hispánico con aspiraciones globales (el lema de Felipe II era “non sufficit orbis”) que cambió el mundo y que defendió a la Iglesia de Roma a menudo por encima de sus propios interese. Y difundió lo latino y el latín, en su versión moderna del español, más que ningún otro imperio.
— ¿Cómo fue la relación de ambos con el Papado?
—El Germánico se atribuyó el calificativo de “Sacro” porque el Papa solía coronar a los emperadores, hasta que Napoleón se auto-corona a sí mismo, pero la relación nunca fue pacífica sino más bien de intereses y permanente chantaje. León III accedió a coronar a Carlomagno a cambio de que éste le repusiera en su puesto papal, del que había sido depuesto por la aristocracia romana al ser acusado de adulterio y perjurio. Otón I depone al papa Juan XII para nombrar a otros más dócil (León VIII), Enrique IV toma Roma lo que lleva a Gregorio VII al exilio…
El Hispánico dio su sangre por defender a Roma y a la cruz y a cambio…recibió mayormente problemas y su incomprensión. Alfonso X no llegó a ser Emperador del Sacro Imperio porque se opuso el Papa y a Carlos V le costó bastante esfuerzo. Un dato: de los 264 papas que ha tenido la Iglesia solo tres fueron españoles, el último Alejandro VI (1492-1503), y ello a pesar de que sin la aportación del Imperio Hispánico la religión católica no tendría la relevancia que todavía mantiene.
— ¿Cómo empezó a interesarse por estos temas que tienen que ver con la deformación de la historia en el caso español? ¿Cómo le influyeron vivencias personales?
—Siempre me ha apasionado la Historia pues si uno no sabe de dónde viene difícilmente puede saber dónde va. Pero cuando empecé a escuchar declaraciones de líderes nacionalistas como Pujol o Arzalluz que sostenían que España nunca había existido, pero Cataluña y País Vasco sí y desde hacía siglos, me puse a estudiar todo desde el principio, empezando por los hispanistas, esos extranjeros que se interesan por nuestra Historia. Y entonces me topé con la leyenda negra, llegando a la conclusión de que el separatismo regional español bebía de esas mismas fuentes. Esto se juntó con mi estancia de cinco años en Holanda e Italia, donde también pude comprobar como ciertos estereotipos históricos hispanófobos seguían muy vivos sobre todo en los medios de comunicación.
— Pasemos a otras obras: en el libro colectivo A favor de España: Los costes de la ruptura que usted coordinó junto a Ramón Marcos, colaboró con otros intelectuales como Savater o Vargas Llosa ¿Qué nos puede contar?
—Fue un encargo de la Fundación Progreso y Democracia. Tratábamos de analizar los costes que tendría la ruptura de España que preconizan los separatistas en todos los órdenes (económico, comercial, pero también cultural, jurídico, afectivo…), para saber de qué estamos hablando. Siempre conviene caminar subidos a hombros de gigantes y Savater y Llosa lo son, aunque participaron otros muchos reputados expertos en el libro. La II República fracasó probablemente por no escuchar a los gigantes de entonces como Ortega y Marañón. Hoy corremos el riesgo de cometer el mismo error.
— ¿Hemos mejorado o empeorado desde que lo publicó en 2014?
—Hemos empeorado porque la característica del necio es no hacer autocrítica y persistir en el error. Elaboramos otro Informe para la misma Fundación sobre “el coste del Estado autonómico” sin cuestionar su existencia sino tan solo comparando la gestión de las distintas CCAA, mostrando vías para que fuera más eficiente, detectando por ejemplo duplicidades y redundancias. ¿Sabe una cosa curiosa? La Comunidad Autónoma más derrochadora y que peor gestionaba era precisamente Cataluña probablemente porque el supuesto “conflicto” sirve para tapar y justificar todo tipo de desmanes. Cui Prodest? Ese proceso no beneficia a nadie que habite en la península y sus islas, sino tal vez a quien pretenda desembarazarse de un competidor potencialmente incómodo sobre todo si logra contagiar a una Comunidad Hispánica de 500 millones de almas.
— En La Conjura silenciada.. habla de los agentes negrolegendarios extranjeros como ingleses o franceses, ¿Qué piensa de los holandeses?
—Si uno trata con las personas de a pie o incluso con algunos académicos, los españoles somos en principio un pueblo “simpático” al que aprecian. Pero si se escarba algo más surgen los prejuicios históricos latentes como cuando uno visita museos o asiste a algún tour turístico y toca hablar de la Monarquía Hispana, de Felipe II o el Duque de Alba. Hay que tener en cuenta que el relato histórico fundador empoderante de los Países Bajos vende la victoria contra el malvado Imperio español, tratando de disimular lo que fue en realidad: una guerra civil. Todo eso tiene su relevancia cuando nos califican como los menos fiables en el sentido económico-financiero de la Unión Europea. Otra cosa es que ciertos hechos recientes les puedan dar parte de razón.
— ¿Y quienes son los imprescindibles colaboradores internos en la propagación de esas tesis?
—Los quinta-columnistas ingenuos a los que denomino “hispanobobos”. El hecho diferencial hispano no es que seamos más diversos que el resto sino que somos más ingenuos porque lanzamos piedras contra nuestro tejado pensando que no nos van a dar en la cabeza si no nos sentimos españoles o profesamos tal o cual ideología política. En el póker se dice que cuando uno no sabe quién es el tonto de la mesa el tonto es él. No es el dilema izquierda/derecha lo que mueve el mundo sino la competición por el poder geopolítico. Jugamos en el tablero mundial con un brazo atado a la espalda y una venda en los ojos.
— ¿No cree que las tesis anti-españolas se financian con dinero público y a las suyas les cuesta encontrar distribución y financiación?
—Quien defienda algún aspecto negativo de nuestra historia no va a tener problemas en encontrar subvenciones cuando no en directamente trabajar por encargo de poderes públicos de aquí o de allá. Lo que sorprende algo más es que nuestras elites económicas tampoco quieran ver la oportunidad que se nos abre si eliminamos obstáculos y malentendidos para crear un mercado hispano en cada vez más sectores, empezando por la lengua y la cultura que es nuestro carbón y acero. Necesitamos nuevos héroes y heroínas que den un paso al frente y no teman emular a los pioneros de antes.
— ¿Cómo se estructura su Historia del odio a España?
—Empiezo tratando de definir qué es España, “un misterio sin resolver” y la relación que existe entre Historia, Cultura y Liderazgo. Luego analizo en dos partes la propaganda exterior, creada por los hispanófobos, y la propaganda interna alimentada y sostenida por una legión de hispanobobos. Por último, planteo la posibilidad de encontrar nuevos hispanófilos sobre la base de un plan integrador y ambicioso que valore lo que hicimos para atrevernos de nuevo a surcar los mares turbulentos de la nueva globalización y los desafíos tecnológicos.
— ¿Por qué surgió ese odio y por qué perdura?
—El odio a España y lo hispano es un arma de guerra cultural clásica. Al enemigo que no se puede vencer en el campo de batalla se le combate denigrando su imagen y prestigio. La cultura al fin de cuentas es “la política y la guerra por otros medios”. Francis Bacon fue uno de los primeros que se percató de que si no se paraba a España, ésta podía convertirse en Monarquía Universal y convenció a Isabel I de Inglaterra para que impulsara una respuesta a través de la guerra híbrida: desde el crimen organizado (piratas y corsarios) hasta el juego de imágenes, terminología e ilustraciones. Quien denomina, domina.
— En La Guerra Cultural amplia su visión a movimientos que en Occidente están socavando las estructuras de civilización de 2000 años ¿Qué nos puede contar?
—Estamos viviendo los efectos del virus cultural posmoderno, no menos letal que otros virus. La posmodernidad nació con buenas intenciones para combatir los efectos perversos del colonialismo y el autoritarismo. Pero no combatió al comunismo, la ideología autoritaria que ha ocasionado más millones de muertos, lo que mostro su carácter sectario. A la larga ha entronizado el pensamiento superficial, el enfoque parcial y de un solo ojo, la polarización y la negación del pasado. Uno puede hacer cortes y podas en el árbol de la Civilización Occidental, par permitir su actualización, pero si pretende cortar sus raíces, el árbol cae y nosotros con él.
— ¿Cómo y en qué foros, editoriales y plataformas divulga sus ideas?
—En los que puedo o me llaman. Afortunadamente cada vez hay más Asociaciones Hispanistas y Canales de YouTube que se prestan a difundir estas ideas, como Héroes de Cavite, Protocolo de Santa Pola, Cima&Holzenthal, Hispanidad, Pax Hispánica… La editorial con la que trabajo desde hace años y con la que he publicado mis últimos tres libros es Almuzara-Sekotia
— ¿Son ideas minoritarias?
—Hace apenas ocho años casi nadie hablaba de estas cosas, y hoy cada vez son más las personas, expertos y académicos que se están sumando a esta ola de revisionismo histórico en “positivo”. Ahora bien, cuando acabamos con una leyenda negra (i.e la Inquisición o el supuesto genocidio) desde algún punto del planeta o del propio mundo hispano surge “casualmente” otro dentro de un contra-movimiento de revisionismo histórico “negativo”. El enemigo, —incluido el sector de series, películas y medios de comunicación—, sigue siendo muy poderoso con capacidad para infiltrase en casi cualquier ámbito. No es fácil.
— ¿Cómo cree que cada español o cada iberoamericano debe enfrentarse a su identidad y a su historia?
—Siendo consciente de lo que está en juego. Nuestra lucha es justa y necesaria, nuestro deber y casi única salvación sino queremos ser devorados por la pinza china-anglosajona. La autoestima individual está relacionada con la colectiva, nos guste o no, y eso tiene que ver con el relato que se cuenta cada uno a sí mismo como ocurre a nivel personal. Cada hispano debe actuar en la trinchera que le ha tocado vivir: familia, trabajo, escuela… No sobra nadie, desde la izquierda a la derecha, desde los creyentes a los ateos o agnósticos. Bienvenidos los que defiendan la causa hispanista. Toca sonar la trompeta de la unión frente a los que nos quieren, intencionadamente, divididos.
— ¿Qué le falta al resurgido “movimiento hispanista” para tener mayor difusión y eco?
—Medios económicos, estrategia a medio y largo plazo, mayor coordinación y arrinconar a los enemigos internos. Europa no lo tenía más fácil; salían de una guerra donde se habían matado salvajemente unos a otros y ni siquiera compartían una misma lengua o religión. ¿Por qué no habría de conseguirlo el mundo hispano? España puede servir de nexo de cooperación a esos dos mundos debido a su doble alma europea-hispana. El otro país que puede aspirar a algo parecido es EEUU. Si tuvieran el coraje de reconocer su doble alma anglo-hispana quizás se acabara ese enfrentamiento secular y pudiéramos empezar a remar todo Occidente en la misma dirección. El Imperio hispánico tuvo sus luces y sombras, su debe y haber, como toda gran empresa, pero fue una de las aventuras colectivas con mejor resultado neto. No lo despreciemos. Toca recuperar su legado, valorarlo y actualizarlo a los tiempos que vivimos.
