«Siria se encuentra en guerra», afirmó ayer el presidente del país, Bachar al Asad, en un discurso ante el nuevo Parlamento, recientemente elegido, en el que rechazó todo contacto con la oposición. «Estamos ante un auténtico conflicto», señaló el dirigente en la sesión de apertura de la Cámara en Damasco. «La destrucción amenaza al país», añadió, al tiempo que anunció que seguirá «la batalla contra los terroristas» y que no habrá diálogo con los opositores. «Las puertas están abiertas y estamos dispuestos a conversar, pero no con aquellos vinculados a las potencias extranjeras», señaló.
El mandatario habló, además, de «revolucionarios» para referirse al movimiento de protesta y democratización que surgió en el país en marzo de 2011 y que exige su renuncia. Desde el año pasado han muerto 10.000 personas, según la ONU, y unas 14.000, de acuerdo con la oposición.
El derramamiento de sangre en Siria es, en opinión de su presidente, responsabilidad exclusiva de los terroristas y las fuerzas externas al Estado. «Pese a que el Gobierno ha hecho grandes reformas políticas, la violencia sigue», opinó. «El proceso político avanza, pero el terrorismo no retrocede».
«No nos enfrentamos a un problema político, sino a un proyecto de destrucción de la nación. Es una guerra extranjera con armas internas», añadió.
Las palabras de Al Asad son similares a las que ha pronunciado en ocasiones anteriores. Así, acusó incluso a los desempleados de recibir dinero a cambio de participar en las manifestaciones.
Respecto a la masacre de Hula, en la que murieron 108 personas, el mandatario volvió a rechazar que haya sido obra de las fuerzas gubernamentales. «Lo que pasó allí es una masacre brutal que ni los monstruos serían capaces de cometer», aseguró.
Al Asad pronunció su discurso un día después de que se reuniera en Doha la Liga Árabe y que los ministros de Relaciones Exteriores del grupo le exigieran un calendario para cumplir el plan de paz planteado por el mediador Kofi Annan, quien ya alertó de que el Estado se acercaba a una guerra civil y, añadió que los grupos religiosos «cada vez se mezclan más en la contienda, algo que podría extenderse a los países vecinos».
La situación en Siria fue uno de los temas de la cumbre UE-Rusia de ayer en San Petersburgo. Rusia, que tiene poder de veto, impide en el Consejo de Seguridad junto con China medidas más fuertes contra el régimen de al Asad.
