Es lógico que los artículos que aparecen en las secciones de OPINIÓN y TRIBUNA de EL ADELANTADO, se dediquen, principalmente, a temas importantes de la actualidad. Si no fuese así, la información diaria quedaría deslabazada.
Sin embargo y a modo de divertimento, me permito en esta ocasión, el intento de arrancar alguna sonrisa a los lectores con un tema de escasa importancia.
Queriendo saber un poco más sobre LA CABALLADA DE ATIENZA, había convenido con Colás, mi otro yo, el hombre que siempre va conmigo, que entrara en Internet a ver si encontraba algo al respecto.
Por lo que a mí toca, apilé unos cuantos libros que extraje de mi biblioteca con idéntica finalidad. Y empezamos a investigar cada cual por nuesta cuenta.
Llegados al punto álgido decidimos echar un vistazo a lo que habíamos recopilado, pudiendo comprobar que existían ciertas diferencias en los relatos. Fue entonces cuando dimos en pensar que aquí podría estar el mayor interés de este artículo.
LO QUE DICE LA HISTORIA
A grandes rasgos, el niño Alfonso VIII, hijo de Sancho III, de Castilla y Blanca Garcés, de Pamplona, nació en Soria el 11 de noviembre de 1158. Perdiendo a su padre con tres años, quedó al cuidado de Gutierre Fernández de Castro, tutor y gobernador del reino.
Sin embargo, sería el conde Manrique de Lara quien se haría cargo del menor para su custodia y educación.
Por su parte, Fernando II de León, tío de la criatura, entró en Castilla con un poderoso ejército y la intención de apoderarse del niño para meter las narices en las cosas de este reino.
Oliéndose la tostada don Manrique, decidió abandonar Soria y encomendó a Pedro Núñez de Fuente Armegil trasladar al niño a San Esteban de Gormaz, primero y después, a Atienza, población entonces muy bien fortificada.
LA PRIMERA CABALLADA
Asediada esta plaza por el intruso leonés, atencinos o atienzanos, urdieron una hábil estratagema consistente en organizar una romería en la ermita de la Estrella, a las afueras de la población. (1).
Tuvo lugar el domingo de Pentecostés de 1162 y a la fiesta acudieron con sus mulas los arrieros (2). Hoy se sigue celebrando, casi 900 años después, declarada de interés turístico. En una recua, camuflaron al rey niño y una vez fuera del cerco, escaparon con destino a Segovia.
Aquí Colás me preguntó por qué lo llaman caballada si las recuas eran de mulas. Le respondí simple y llanamente que no lo sabía.
Una vez en Segovia, la comitiva continuó hasta Ávila, contabilizándose siete días el tiempo empleado en el traslado. Cuando el rey leonés se dio cuenta de que había sido burlado, salió en su persecución con la tropa.
Hasta aquí lo que ya sabíamos y sin nada nuevo que resaltar. Habrá que esperar a que, más adelante, Colás nos cuente las peregrinas averiguaciones obtenidas.
LA VERSIÓN ABULENSE QUE PUEDE CONFUNDIR
Aquí se adelantan los hechos al año de 1109 y se atribuyen a Alfonso I de Aragón, el batallador y a su esposa doña Urraca de Castilla. El niño, hijo de ésta, es trasladado a Ávila por Blasco Jimeno, partidario de que Castilla siga siendo independiente y no se anexionase al reino de Aragón.
El padrastro aragonés puso cerco a la ciudad y exigió que le entregaran al niño a lo que se negaron los abulenses. Y ante la duda de que el niño estuviera allí y vivo pidió que se lo enseñaran. Cosa que hicieron los habitantes de la ciudad por encima de las murallas.
Como quedaba demasiado lejos para reconocerlo, Alfonso I pidió unos rehenes para garantizar su seguridad y así poder acercarse a la muralla. Salieron por la Puerta de la Malaventura setenta caballeros que fueron apresados a traición mientras que el rey se aproximaba a verificar la comprobación.
Se lo mostraron por el cimorro de la catedral y comprobó que estaba vivo. Dado que el asalto a la muralla se presentaba imposible, decidió levantar el sitio y realizar un cruel acto de venganza como es sumergir a los setenta rehenes en grandes calderas de aceite hirviendo.
Eligieron un lugar al norte de Ávila que aun se sigue llamando Las Hervencias. Ante tamaña afrenta los caballeros de Ávila se vieron en la necesidad de intervenir. Pero, al no poder enfrentarse en campo abierto a semejante ejército, enviaron al valeroso Blasco Jimeno y a su escudero tras el mismo.
Les dieron alcance, en un llano entre Fontiveros y Cantiveros, y allí retó al rey diciéndole que era “malo alevoso y perjuro” y el rey indignado, mandó alancear y descuartizar sus cuerpos.
El Concejo de Ávila ordenó erigir en aquel lugar una cruz que aún persiste y que se conoce como cruz del reto.
Sería este hijo de doña Urraca, ya como Alfonso VII, el que aparece en el escudo de Ávila, de niño, izado sobre la muralla, con la leyenda “Ávila del rey” y también “de los leales caballeros”
Como puede verse en Ávila tienen dos reyes niño cuyas vicisitudes son parecidas pero diferentes.
Mas, viendo Colás que el relato se le iba de las manos determinó cortar por lo sano e interpretar a su manera un final sorprendente para el relato de Atienza.
LA ALDEA DEL REY NIÑO
Llegó el rey leonés a Ávila al cabo de siete días, como ya se ha dicho y pidió que le entregaran al niño, cosa a la que se negaron los abulenses. Rogó que se lo enseñaran por sospechar que podría no estar vivo y le mostraron a un niño que con la distancia resultaba difícil de identificar.
Pero en realidad, dice Colás, esto es falso. A Alfonsito no le llevaron los avispados atencinos a Ávila, sino a una aldea de sus cercanías de 300 habitantes con 25 niños: 13 niñas y 12 niños. Y allí correteaba con sus vecinos al aire libre en tanto que la canción del corro de la patata, comeremos ensalada, lo que comen los señores, naranjitas y limones, achupé…se confundía con el ruido de los cascos de los caballos del cercano ejército asediando a la ciudad.
Ante las dificultades de un asalto se optó por levantar el sitio y seguir hacia Zamora. Y la aldea que hasta el año de 1916 se llamó Aldea del Rey, pasó a llamarse Aldea del Rey Niño.
* Académico Honorario de San Quirce.
(1) La actual ermita de la Estrella no tiene que ver con la antigua.
(2) Dada la ubicación fronteriza de Atenza, muchos de sus habitantes alternaban sus trabajos agrícolas y ganaderos con la trajinería.
