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Al abogado Julio Sanz Orejudo

por Emilio Fuentetaja (*)
8 de abril de 2025
en Tribuna
EMILIO FUENTETAJA 1
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Querido Julio: Se me hace muy difícil plasmar estas líneas en un pequeño espacio. Y se me hace muy difícil, porque cuando hablas desde el sentimiento, las palabras se resisten a conformar ideas y expresiones, que cristalicen en un argumento adecuado, a los méritos de aquellos a los que queremos homenajear. Este es mi caso. A pesar de ello, voy a intentarlo. Y no solo como compañero tuyo, sino que me arrogo, la representatividad que me confiere el cargo (mejo dicho la carga) de Decano del Ilustre Colegio de la Abogacía de Segovia.

El próximo día 11 de abril, dejarás de ser Presidente del Consejo de la Abogacía de Castilla y León. Cargo, al que no has querido presentarte nuevamente, después de ejercer dicho puesto durante ocho años. En uno de los múltiples viajes que últimamente hemos hecho juntos, asistiendo a actos de la abogacía institucional, no sin cierta nostalgia, encontré en tus palabras, un adiós firme y sentido. No era necesario justificar tu decisión. Llevas desde el año 1993, si mis datos son correctos, formando parte de esa abogacía institucional que siempre has defendido con ahínco. Diputado Primero, Diputado Segundo, Vicedecano, y Decano del Colegio de Abogados de Segovia. Y en el año 2017, elegido Presidente del Consejo de la Abogacía de Castilla y León y, desde entonces, miembro del Consejo General de la Abogacía Española.

Son muchos años, más de 30, intentando hacer más grande y más respetada la profesión de abogado. Durante todos estos años, has manejado con mucha generosidad y también, con una gran prudencia, honestidad e inteligencia la defensa de los valores de la abogacía. Valores que tú has definido como diálogo, pacto, tolerancia, respeto en la controversia, compañerismo, prudencia y esfuerzo.

No son palabras huecas, porque tú has seguido fielmente dichos postulados, al pie de la letra. Tanto en el ámbito institucional, donde tantas y tantas veces hemos seguido con atención tus entrañables discursos, representando a la abogacía de Castilla y León, así como en el día a día de tu profesión como abogado.

Actividades ambas, que, con gran esfuerzo y compromiso por tu parte, has conseguido compatibilizar, sin que ni ninguna de ellas se haya resentido.

Julio Sanz Orejudo.
Julio Sanz Orejudo.

Siempre has entendido el Derecho, como un instrumento pacificador de los conflictos entre las personas, y a la abogacía, como una profesión de servicio en favor de la sociedad. Estos sentimientos, querido Julio, no casan muy bien en un mundo confundido por el carácter meramente mercantil de nuestra profesión, como algunos defienden. Cada vez se hace más difícil, entender la profesión de abogado, como un fin en sí mismo. Sin embargo, cientos y miles de abogados y abogadas, luchan todos los días por prestar un servicio a la sociedad, reflejada en personas necesitadas, que no tienen la posibilidad de pagar sus honorarios.

Compañeros y compañeras que día a día, atienden a personas necesitadas, incluso pagándose de su bolsillo, los gastos que su intervención les produce. ¡Qué te voy a contar a ti del Turno de Oficio, que no hayas vivido en tus propias carnes! Y cuántas reuniones, conversaciones, encuentros…en los que siempre has defendido la dignidad de los abogados, y la necesidad de que, de una vez por todas, alguien ponga un poco de juicio a tanta sin razón.

Pero ya ves, amigo Julio, cambian las leyes, cambian los procedimientos, cambian los ministros… cambia prácticamente todo, menos quizás lo más importante, la defensa sin paliativos de la tutela judicial efectiva, dotando a todos los operadores jurídicos, de los medios necesario para su eficaz y completo desarrollo.
En Castilla y León, te van a recordar siempre como un hombre bueno y generoso, pacificador, como a ti te gusta definirte, trabajador incansable, viajero impenitente, y hombre comprometido con la abogacía de cualquier rincón de la región. El Consejo ha venido funcionando con una exquisita prudencia, y una concatenación de voluntades siempre al servicio de una misma causa. No recuerdo discrepancias importantes en el seno del Consejo, que no se hayan resuelto con la comprensión y el diálogo.

Desde mi incorporación al Consejo hace ahora dos años, siempre he defendido la existencia de una especie de aroma familiar, que impregnaba el ambiente de nuestras reuniones, como si de una gran familia se tratara. Y ese ambiente, y esa forma de entender las posibles discrepancias, con un diálogo abierto y comprometido, te lo debemos, sin género de ninguna duda a ti, y a tu forma de Presidir un Consejo, con la dificultad que entraña una actividad tan compleja, que se desarrolla dentro de la mayor región de Europa.

No pretendo en estas breves palabras ofrecer un resumen de tu actuación como Presidente. Me sería imposible. Ni tampoco lo pretendo. Lo hecho, ahí está para tu tranquilidad y la de todos nosotros.

En Segovia, también nos dejaste un buen legado Julio. El Colegio cambió radicalmente con tu presencia. Y, gracias a ese trabajo ingente que se desarrolló durante esos años, estando al frente del mismo, junto con los miembros de tu Junta de Gobierno, hoy podemos decir, que disponemos de un Colegio moderno, bien dimensionado, con personal de primer nivel, con sistemas operativos, y prestando una función esencial como es la formación, y el servicio a todos nuestros colegiados. Yo me conformo, cuando deje mi puesto de Decano, al menos no estropear el magnífico legado que nos has transmitido.

En definitiva Julio, 30 años de abogacía institucional al nivel que tú te has movido, son muchos años. Y, lamentablemente, los reconocimientos, aunque sean efectivamente justos (y tú tienes algunos importantes) nunca van a paliar las horas, los días y el tiempo, que en definitiva, has hurtado a tu salud, a tu familia, a tus clientes y a tus amigos.

Por eso, vayan estas palabras de agradecimiento, con la humildad y sobriedad que nos caracteriza a las gentes de Castilla. Dejas un imborrable recuerdo, en todos los que hemos tenido la enorme suerte de compartir contigo, momentos importantes para esta bendita profesión. Te voy a echar mucho de menos Julio.

Pero estoy seguro, que te tendré cerca para un consejo, una opinión, o para practicar una pacificación, o un ejercicio de paciencia, o algo tan saludable, como una sonrisa de las tuyas, cuando practique contigo algo tan encomiable para un Abogado, como es utilización vocacional de la palabra.

—
* Decano del Ilustre Colegio de la Abogacía de Segovia.

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