En el otoño de 1970, los jóvenes de El Espinar tomaron la iniciativa de algo que desconocían, el movimiento ciudadano, impulsados por una convocatoria abierta de Jesús Torres, un cura que acababa de llegar como coadjutor al pueblo. En varias carpetas queda testimonio de aquello. La memoria de actividades de aquel invierno crucial y del año siguiente sorprenden por su dinamismo: asambleas para constituir la asociación, habilitación de un local cedido por una familia, fiesta de Fin de año, Cabalgata de Reyes, excursiones a Valladolid y Salamanca, ciclo de conferencias, reorganización de la Rondalla, formación de una compañía de teatro, grupo de poesía, biblioteca y discoteca, baile los domingos, revista informativa…
Antes de 1971, cuando llegaba el 30 de abril, con las comuniones en puertas, el personal cogía el autocar de Figueredo y más adelante La Sepulvedana, se marchaba al Corte Inglés y el pueblo se quedaba como un solar, así que en 1971, la dinámica Asociación de Jóvenes organizó unas fiestas patronales, con carácter cultural y mensajes reivindicativos: teatro a cargo del grupo de la asociación, actuación de la rondalla, recuperación del deporte de la corta de troncos, festival “Homenaje al obrero”, competiciones deportivas, baile, concierto de la Banda…
Todo lo financiábamos con las raquíticas cuotas de los socios, la recaudación de las obras de teatro y la colaboración rebuscada de algunos comercios, entre los que nunca faltaba “Lechería Margarita”. Del Ayuntamiento y otros organismos oficiales no conseguíamos ni una sola peseta, pretenderlo hubiera sido de ilusos, dábamos las gracias con que no nos pusieran demasiadas trabas y que sólo nos cobraran las tasas. Hasta teníamos que engañar al Gobierno Civil remitiéndole letras de las canciones de la tuna, en el trámite previo de la censura, para que nos autorizaran la celebración de los festivales de música. Hasta tuvimos que representar una de las obras de teatro en un pajar que nos cedió un vecino solidario, según se nos cerraban las puertas de los espacios oficiales. Pero, entonces, nada ni nadie podía frenar nuestro compromiso con la cultura ni nuestro entusiasmo; seguramente, porque nadie puede arrancarle todas las flores a la primavera.
Las semanas culturales de hace 40 o 50 años no eran mejores ni peores que las de ahora, pero sí distintas; aquellas se movían al ritmo de un tiempo en el que se respiraba el aire de la libertad por descubrir, el ansia por participar, las ganas de cambiar las cosas, el lógico espíritu juvenil de plantarle cara al poder establecido y, por encima de todo, la necesidad de abrir el camino de la democracia.
Entonces, la cultura surgía de abajo arriba, compensando la falta de medios y de permisos con ingenio e ilusión; desde hace tiempo, viene de arriba abajo, con presupuestos holgados.
A pesar de las dificultades, las diez semanas culturales organizadas por la AJE (1971-1980, las cinco primeras como fiestas patronales) funcionaron por la valentía y la imaginación con las que nos volcábamos en cada envite y gracias, también, al generoso respaldo de los vecinos, que acudían a los actos: conferencias abarrotadas de González Herrero, el obispo Antonio Palenzuela, Pepe Castrillo, Fernando Ortiz, Eliseo de Pablos; conciertos de la Banda, Nuevo Mester de Juglaría, Hadit, Ronda Segoviana, Agapito Marazuela y Joaquín González, Ismael, Mari Paz Plaza, Voces Espinariegas, Grupo de La Estación… La lista de obras de teatro es demasiado larga para este resumen; todos los años, al llegar San Eutropio (30 de abril), había una o dos obras de teatro de producción propia. La proximidad de fechas con el final de la gesta comunera (23 de abril) también tuvo su impronta en las primeras ediciones. El grupo de teatro de la AJE y el consiguiente “30 de Abril” fueron un derroche de creatividad teatral, en El Espinar y en el circuito segoviano.
Los jóvenes de entonces, ahora tenemos muchos más años y menos pelo, pero conservamos algo de aquella ilusión. Hablo de hace 55 años, 1970, cuando emergió aquel movimiento cultural, en una época muy diferente; entonces había muchas estrecheces y menos posibilidades de estudios, pero más ansias de adquirir cultura, y deseos de transformar la sociedad. Si algo caracterizó a la AJE fue su inquietud por la cultura popular.
A lo largo de un intenso fin de semana, los supervivientes de la Asociación de Jóvenes de El Espinar hemos vuelto a reunirnos con mucho entusiasmo, algunos han acudido desde distintos puntos de España. Asistieron como invitados representantes de Kupfunana España ONG y de la asociación familiar San Antonio, de La Estación, y familiares de Jesús Torres. Juntos hemos celebrado nuestro 55 aniversario, en el espacio donde socialmente nacimos.
El mal tiempo no ha impedido que las salas se llenaran de un público entusiasta, para conocer y participar de las dos exposiciones, con más de doscientas fotografías y documentos, y de los actos conmemorativos. Diversos ponentes dieron testimonio de la intensa actividad de la AJE en el pueblo durante trece años, 1970-1982. Se recordó el trabajo decisivo de Jesús Torres, pues sin él no hubiera sido posible todo aquello. También se repasó su trayectoria vital, su obra misionera y una frase que comprime nuestro compromiso: “No te fuiste, te mandamos”. También se lamentó con dolor su ausencia.
Los tiempos cambian y ya ha pasado medio siglo, pero el legado cultural de la AJE sigue vivo. Alguien tomará estos valores.
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