Sin lanzar las campanas al vuelo, sin promesas imposibles de cumplir, poniendo en práctica sus conocimientos tanto de su época de jugador como los que sus estudios de economía le aportan en el tiempo que dedica al club, Agustín Cuenca Velasco, presidente de la Gimnástica Segoviana desde 2015, reelección de por medio, vive uno de los momentos de satisfacción que puede proporcionar un club modesto que ocupa plaza dentro de la cuarta división del fútbol nacional. Eso sí, con aspiraciones ganadas’ partido a partido’ (Luis Aragonés, dixit) y después de que el club y el equipo atravesarán por su particular ‘desierto’. Ese que llega en el momento en que la ‘cosa’ deportiva no sale como se planifica.
Agustín, y su equipo directivo, dieron con su llegada una vuelta completa a sus estructuras. No era fácil la operación. No lo era. Y no siempre encontraron comprensión en sus planteamientos de futuro.
Y momentos hubo en que los reveses fueron tan importantes como para abandonar el barco.
Y siguieron.
Y de su tesón nació lo que ahora, junto con todos sus seguidores, disfrutan.
Y la recompensa deportiva puede ser aún mayor.
Bien lo merecen por trabajo bien realizado. Habrá momentos en los que Agustín recuerde aquellos tiempos de deportista en activo que desde el Quintanar llegó a la Segoviana. Recordará, como también lo recordará Ramsés Gil, los líos de vestuario. Aquello que el actual presidente ha erradicado con un planteamiento tan honesto como realista: ‘esto es lo que hay y hasta aquí podemos llegar’.
Si el fútbol español busca caminos de regeneración desde sus estructuras federativas –y lo busca por necesario-, en el equipo directivo de la G. Segoviana tienen un vivero de ideas, bien cimentadas, con las que ellos han salido adelante ¡Y de qué forma!
Pase lo que deportivamente fuere, enhorabuena Agustín.
