Señora directora:
El pasado 22 de enero, un grupo de personas acogidas en el albergue San Juan de Dios realizamos una visita cultural a Segovia, acompañados doña Mª Jesús Franco (miembro de la Plataforma de Amigos de Don Antonio Palenzuela) gracias a la colaboración de doña Coro Urcelay y la familia Arribas Herguedas.
Al exclamo de ¡albricias, albricias!, trasladándonos el saludo de la alcaldesa y de la concejala de Turismo, con honores propios de personalidades, fuimos recibidos por nuestra encantadora anfitriona. Segovia nos regaló desde el primer momento la más cálida de las acogidas a quienes, según palabras de nuestra acompañante, “escribimos epopeyas anónimas” – en alusión al poema de José Antonio Abella-, reconociendo de esta manera el esfuerzo diario que tenemos que librar aquéllos que luchamos por superar las difíciles circunstancias en las que nos encontramos. Manifestaciones todas de pura fraternidad e intensa sensibilidad hacia nuestra realidad.
Esta segoviana de adopción, toda energía y vitalidad, planificó al detalle una jornada cultural con la única pretensión de hacernos olvidar por un día nuestros problemas, disfrutando de la gran riqueza cultural que atesora esta ciudad.
Felices por la agradable tregua que la meteorología tuvo a bien concedernos, pudimos recorrer sus empedradas calles disfrutando del encanto único del lugar, legado de tantas culturas, gracias a las explicaciones de Malene, quien guió parte del itinerario por cortesía del Centro de Recepción de Visitantes. También pudimos admirar en primera persona los monumentos que habíamos reproducido artesanalmente meses atrás y que formaron parte de la composición del Belén que se expuso en el albergue la pasada Navidad: Puerta de Madrid, Alcázar, Catedral, Acueducto y Santuario de la Virgen de la Fuencisla. Los que nunca habíamos estado en Segovia quedamos asombrados contemplando la majestuosidad de sus construcciones y las extraordinarias joyas artísticas que contienen, alguna de las cuales nos produjo una intensa emoción, como el Cristo Yacente de Gregorio Fernández de la Catedral. Fue un paseo por la Historia -de la escrita con mayúsculas-, forjada por la influencia de pueblos que dejaron su impronta hasta convertir la ciudad en Patrimonio de la Humanidad. Y, por tanto, como repetía María Jesús, “patrimonio común que a todos pertenece, ciudadanos del mundo”. Al igual que esta bonita localidad, este albergue – al que hemos llegado tras un camino empedrado de dificultades- pertenece a todos nosotros, personas que intentamos ser ciudadanos de un mundo que nos ha excluido.
En nuestro itinerario, descubrimos también muchos otros rincones en los que pocas miradas reparan, amenizados por anécdotas y leyendas que nuestra acompañante nos fue narrando en clave motivadora con su habitual simpatía. Porque Segovia, nos decía María Jesús, son sus “senderos de luz, de agua y de merinas” Son los caminos en los que se han entrecruzado las vivencias de su gente, y que, aún hoy, al escucharlas, continúan iluminando, reverdeciendo y alimentando nuestras reflexiones. Porque nada de lo humano nos es ajeno, con independencia de la época o lugar.
Así, supimos acerca de la joven judía Esther y su relación con un joven cristiano (recogido por Alfonso X El Sabio en su Cantiga 107 y que dio lugar a la leyenda de María del Salto, origen de proclamación como patrona de la ciudad a la Virgen de la Fuencisla), evidencia de la convivencia que existió durante épocas entre sus habitantes y del anhelo de concordia – e incluso de unión- que estuvo presente entre personas de diferentes comunidades religiosas, por encima de la condena de las autoridades. Entre los muros de este albergue, permanece la huella de muchas historias -de ésas escritas con minúscula-, las nuestras, las de todos los que en un momento dado nos hemos visto hermanados en la vulnerabilidad por encima de nuestro diferente origen y procedencia.
Biografías que son parte de esta Humanidad, con mayúscula, que a ninguno nos es ajena, en quienes muchos reconocen el más valioso de los patrimonios. Como don Antonio Palenzuela, como San Juan de Dios, como tantos otros. Bien preciado que debe ser valorado, preservado, cuidado.
Pero, sobre todo, Segovia es, para nosotros, la calidad humana de su gente: la dedicación y hospitalidad de María Jesús, la generosidad de Coro y de la familia Arribas, la gentileza de la Plataforma de Amigos de Don Antonio Palenzuela, del Seminario Diocesano y de las Hijas de Jesús al enseñarnos en exclusiva sus tesoros, la predisposición de César para dar a conocer el Belén que habíamos elaborado. Segovia es el saludo personalizado de sus autoridades; el periódico El Adelantado que recoge nuestra presencia en la ciudad como un acontecimiento a destacar; el apoyo que se brinda al visitante, y de manera especial a nosotros (Catedral, Alcázar, Centro Didáctico de la Judería, Centro de Recepción de visitantes) para que todo se desarrollara de la mejor manera.
Y, por encima de todo, Segovia es para nosotros ese día de ocio y convivencia que devino en experiencia de auténtico encuentro.
Por todo lo que hemos recibido, y a todos los que contribuyeron a hacer inolvidable este momento,
Ouassim, Juan Carlos, Jalid, Alberto, Oussama, David, José Manuel, Nourddine, Youseff y Lessi queremos mandar nuestro Agradecimiento, con mayúsculas. Gracias por tanto. Chokran.
Como nos dijo nuestra querida María Jesús al despedirnos, seguiremos unidos el albergue y los amigos tejiendo redes entre todos, construyendo fraternidad. Porque “Otros hombres hicieron el camino que hacemos. Nuestra huella se pierde, más el camino queda” (J.A. Abella).
Albergue San Juan de Dios
