Hete aquí que días pasados me proponía mi jovencísimo nieto en conversación extraordinaria la siguiente adivinanza:
– Abuelo ¿en que se parecen un tenedor, una mosca y un guante de seda?
– No tengo la menor idea.
– ¿Te rindes?
– ¡Claro! Pero me gustaría saberlo.
– Pues escucha. El tenedor y la mosca no se parecen en nada y el guante es para despistar.
Nieto majo. Todos los nietos y nietas lo son, Todos. Incluso los no incluidos en lo que el Código Civil determina como ‘familia extensa’.
Regresando al titular y para mejor entender lo siguiente –que puede que no, les cuento otra historia relacionado con niños/jóvenes deportistas. Encuentro donde compiten dos equipos de la misma provincia en competición de carácter nacional. Resultado final favorable al de casa, que es el peor clasificado. Pero ¡ojo al dato! debido a que el de casa no tenía suficientes jugadores para completar banquillo, inscribe en el acta, y juega unos minutos, un deportista de categoría inferior.
Esto, al perecer, es punible reglamentariamente. Por más que unos minutos en la cancha no incidan, salvo prueba en contrario, en su ‘malformación’. Pero… el delegado del equipo no ganador entiende que ‘ese’ jugador ha sido el gran causante de la derrota y lo denuncia en acta. Con ello, acogiéndose a la quinta enmienda –fina ironía- ¡partido ganado!
Por más que para siempre quede ‘grabado’ en el acta que había perdido.
La adivinanza de mi nieto me hilvanó la escritura de estas cuatro letras. A él le digo, por pura experiencia de vida, que contra las ‘jugarretas’ y quienes las utilizan, la sonrisa siempre gana.
