Aun a riesgo de ser políticamente incorrecto y ganarme la animadversión de los activistas, hoy me declaro públicamente adicto a Los Zigarros. Como habrán podido comprobar por la foto que ilustra esta crónica, no me refiero a ninguna de las labores de tabaco que se expenden en los estancos, sino a un potente grupo de rock que mostró en la noche del viernes en la Sala Beat Club la energía de un estiloque se empeña tozudamente en resistir a las modas que intentan edulcorarle. De la mano de Producciones Santana y albergados en la que quizá sea la mejor sala de conciertos de Segovia, Los Zigarros dejaron en poco más de una hora de concierto una espectacular descarga de sonidos que demuestran su decidida apuesta por el rock más genunino, sin artificios ni brindis al sol. Nos hicieron esperar casi un mes, ya que su actuación estaba inicialmente prevista para mediados de diciembre del pasado año, pero la espera valió la pena para escuchar sobre el escenario a una banda comprometida con la buena música, con ganas de divertirse y divertir al público y formada por músicos que entienden, aceptan y asumen como propias las esencias del rock and roll. Sus canciones destilan transgresión, buen rollo y un punto de exceso que enganchan rápidamente con el público y que les hacen ser un grupo al que necesariamente habrá que seguir en el futuro, si nada se tuerce.
Antes de Los Zigarros, ocuparon el escenario los segovianos Peter Pan, que progresan adecuadamente con sus versiones de El Canto del Loco, a la espera de que próximamente vea la luz su primer tema propio. A fuerza de actuaciones, la banda comienza a tener ya un estilo propio y un cierto empaque sobre las tablas, fruto sin duda del trabajo constante de sus integrantes. Habrá que ser pacientes y ver con su primer tema la medida real de esta banda. Como dice el gran Miguel Angel Aguilar: «veremos».
