Cuando se habla de depredadores africanos, se piensa de inmediato en los grandes felinos, como leones y leopardos, también en oportunistas como las hienas, después en los cocodrilos y eventualmente, ya en la costa, en el tiburón blanco. Pero hay otras especies carnívoras en África menos conocidas y notablemente feroces, aunque no sean un peligro para nosotros, los seres humanos.
Es el caso del picozapato, o cabeza de ballena, cuyo nombre científico es Balaeniceps rex, y es el único representante vivo de la familia de los balenicipítidos, categoría que podría perder en los próximos años, pues se encuentra en peligro de extinción.
Un ave con un pico enorme y afilado, y un tamaño respetable
El picozapato habita en zonas inaccesibles de grandes humedales en Ruanda, Congo, Uganda, partes de Tanzania, Zambia y Sudán. Igualmente se han visto avistamientos aislados en otros países, como Kenia y Uganda, pero su presencia más numerosa es en la cuenca del Nilo Occidental. Aunque existen algunos ejemplares en cautiverio, en zoológicos de Europa y Asia, es poco lo que se conoce sobre los hábitos de esta ave que parece preferir los pantanales cubiertos con papiros y otras especies acuáticas y semiacuáticas.
Su altura promedio es de 110 cm, aunque se han visto ejemplares de hasta 150 cm, y con las alas desplegadas puede superar los dos metros de envergadura. La cabeza es muy grande respecto al cuerpo, y el pico también es desproporcionado, y un arma mortal, como pueden confirmar la gran variedad de animales que caza con él.
El depredador que come de todo
El picozapato pertenece al orden de los pelecaniformes, lo que lo emparenta lejanamente con los pelícanos, y por lo que no es extraño que se alimente de peces, aunque este no es su único alimento. A pesar de su tamaño y peso, cerca de 5 kg, esta ave se posa sobre plantas acuáticas flotantes y permanece inmóvil hasta que detecta a su futura presa.
Se alimenta sobre todo de peces pulmonados, que viven en aguas con poco oxígeno y que necesitan asomarse a la superficie para tomar aire, y se le ha visto capturar peces que van desde los 30 hasta los 80 cm.
Pero también se alimenta de serpientes acuáticas, de menos de un metro, de ranas y reptiles como el varano del Nilo, y de cocodrilos jóvenes y hasta de ejemplares pequeños de su propia especie. Y aunque parecen casos raros, puede comer también pequeñas tortugas, roedores, caracoles y otras aves acuáticas.
La dura vida del picozapato
Son animales solitarios, no se mueven en grupo como otras aves acuáticas, y en los lugares donde se reproducen no suele haber más de tres nidos por kilómetro cuadrado. Aunque pueden poner e incubar hasta 3 huevos, por lo general solo sobrevive una cría, que con frecuencia debe competir con sus hermanos para garantizar su supervivencia.
Esto se debe a que en los pantanos africanos el alimento puede ser escaso, y los padres no proveen suficiente comida para que sobrevivan todos los polluelos. Se cree que pueden llegar a vivir 35 años en un medio natural, y hasta 50 años en cautiverio, y se calcula que su población actual ronda los 5.000 ejemplares, lo que lo coloca, de acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, UICN, en la lista de especies vulnerables.
No es posible saber con certeza cuántos ejemplares quedan, pero sí que el número podría estar en descenso. Todo ello considerando que las zonas pantanosas donde habita cada vez son más afectadas por la contaminación, los incendios, la caza y la destrucción de sus nidos.
