Las medidas arancelarias siguen siendo una de las herramientas preferidas del presidente Donald Trump en este proteccionismo que es parte clave de su política económica. A los aranceles ya establecidos, que marcan porcentajes a importaciones de diversas mercaderías discriminados según países de origen, se agrega ahora la imposición de impuestos significativos a las importaciones farmacéuticas.
La medida se sustenta en la intención de incentivar la fabricación nacional de medicamentos. Trump busca hacer más competitivos los productos fabricados en territorio nacional y presionar a empresas extranjeras para que trasladen sus fábricas a los Estados Unidos. Además, utiliza los aranceles como herramienta de negociación para lograr acuerdos comerciales más favorables.
Estímulo para que Estados Unidos fabrique sus propios medicamentos
La política arancelaria para la importación farmacéutica se complementa con otras estrategias para apoyar la producción nacional. La idea es reducir la dependencia del extranjero y potenciar la industria local. Una de sus prioridades consiste en trasladar la producción farmacéutica desde países como China e India hacia suelo estadounidense. Durante la pandemia de COVID-19, se revelaron vulnerabilidades en la cadena de suministro global, que, según entiende el presidente, afectaron la salud de los ciudadanos de su país.
Para cumplir con este objetivo, la administración Trump propone incentivos fiscales para las empresas que produzcan medicamentos en Estados Unidos. Otorgó contratos federales a compañías dispuestas a establecer plantas industriales en el país y facilitó procesos regulatorios para fomentar la fabricación local.
Reducción del tiempo de aprobación de industrias farmacéuticas
En el marco de esta política de promoción de la industria farmacéutica local, el 5 de mayo, el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva importante. El objetivo es acelerar la aprobación de plantas farmacéuticas nacionales por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos, FDA, de EE.UU.
Esta medida busca reducir los tiempos de construcción y aprobación de instalaciones. En la actualidad estos trámites pueden tardar entre cinco y diez años, lo que se considera inaceptable desde la perspectiva del presidente, que habla de seguridad sanitaria nacional.
La orden del presidente obliga a la FDA a simplificar sus procesos de revisión, eliminando requisitos duplicados o innecesarios. Además, tiende a ofrecer apoyo temprano a las empresas antes de que las instalaciones estén en funcionamiento. En función de este mandato presidencial, la Agencia de Protección Ambiental deberá agilizar las regulaciones relacionadas con la construcción de nuevas plantas farmacéuticas.
¿Es “el comienzo de una nueva era dorada en Estados Unidos”?
La expresión “el comienzo de una nueva era dorada en Estados Unidos”, utilizada por el presidente Trump, plasma su visión de revitalizar la industria farmacéutica nacional. El objetivo es devolverle al país un papel de liderazgo en la producción de medicamentos. Con esta frase, Trump busca transmitir que Estados Unidos está entrando en una etapa de crecimiento, innovación y autosuficiencia en un sector estratégico para la salud y la economía.
En esa “nueva era dorada”, el presidente pretende dejar atrás la dependencia de la fabricación en el extranjero y recuperar el control de las cadenas de suministro farmacéutico. Asimismo, la expresión sugiere un aumento de la inversión, la creación de empleos y la reducción de precios para los consumidores, así como el fortalecimiento de la seguridad nacional frente a las futuras crisis sanitarias.
¿Cuáles fueron las reacciones a las medidas en la industria farmacéutica?
Las reacciones a estas medidas no se hicieron esperar. Por un lado, varios líderes empresariales y fabricantes nacionales recibieron positivamente las iniciativas. Fueron vistas por ellos como una oportunidad que EE.UU. está en condiciones de aprovechar.
Sin embargo, también hubo críticas significativas. Algunos expertos señalaron que construir nuevas plantas en Estados Unidos puede tardar años y no están garantizados los resultados inmediatos. La relación riesgos-beneficios genera diferencias en las opiniones. El tiempo dirá quién tiene la razón.
