La presencia activa de Roma en España se prolongó durante casi siete siglos, período conocido como Hispania Romana, dejando profundas huellas en nuestro país. No nos referimos solo a los acueductos y otras ruinas, sino a gran parte de la cultura española, empezando por casi todas las lenguas que se hablan en la península, con excepción del vasco.
Más allá de los idiomas, la religión, los cultivos, costumbres, normas y costumbres, entre otras cosas, Roma dejó en la península señales materiales importantes de su presencia. Como ejemplos, los que pueden encontrarse en el conjunto arqueológico de Mérida, el Acueducto de Segovia o las termas de Baelo Claudia, en Cádiz.
Segóbriga: el Imperio romano a una hora de Madrid
Pero si estamos en Madrid, no necesitamos viajar tan lejos para visitar un conjunto arqueológico romano de notables dimensiones, y para aproximarnos a cómo pudo ser la vida cotidiana en una ciudad romana hace 1.800 años, en la Hispania Romana. Hablamos del parque arqueológico de Segóbriga, a una hora en coche desde Madrid, en la provincia de Cuenca, un conjunto de ruinas. El parque es candidato a ser Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y donde podemos reencontrarnos con un momento clave de nuestro pasado.
Son los restos de una ciudad surgida alrededor del siglo II a.C., y que fue muy importante por la explotación y comercialización de un tipo de yeso traslúcido denominado lapis specularis, conocido actualmente como espejuelo, y que se exportaba a todo el imperio. Las ruinas se ubican en torno al cerro de Cabeza de Griego, donde también están presentes restos de la cultura celtíbera, y su estado de conservación permite darse una idea de cómo era la vida de nuestros ancestros en tiempos de Roma.
Lo que vamos a encontrar en Segóbriga
La entrada al parque arqueológico de Segóbriga es gratuita, y una vez allí podemos visitar el anfiteatro, con capacidad para 5.000 espectadores, o sentarnos en el teatro romano, que todavía conserva sus gradas. Podemos imaginar la representación de las grandes comedias de su tiempo, en las que los romanos destacaron por encima de los griegos.
Aunque es más probable, influenciados por películas recientes en las que han participado Russell Crowe, Pedro Pascal y Joaquim Phoenix, que imaginemos luchas entre gladiadores, o espectáculos con fieras traídas de África y Asia. El recorrido por la ciudad incluye una visita a las termas, un lugar donde los ciudadanos romanos no solo se aseaban, también lo utilizaban para reunirse con amigos y hacer negocios. Todas las ciudades romanas debían tener baños o termas para ser consideradas como tales.
Otros lugares que podemos visitar son los restos de la muralla que protegía la ciudad, la basílica y el foro, que era donde se negociaba y se tomaban las decisiones políticas. Caminar por esta antigua ciudad romana ubicada en medio del paisaje de La Mancha será una experiencia inolvidable.
Desde las guerras celtíberas hasta los “molinos de viento”
La ciudad estuvo habitada desde antes de la llegada de los romanos, desde el Neolítico, y de hecho, Segóbriga era un asentamiento celta que fue tomado por los romanos durante las guerras celtíberas. Posteriormente, la ciudad sería víctima de varios asedios y ataques durante las guerras civiles romanas. Segóbriga se mantuvo activa hasta el siglo III, cuando comenzó a ser abandonada, aunque siguió activa con la llegada de los visigodos, en el siglo V, y fue abandonada definitivamente en el siglo VIII, al entrar los musulmanes a la península.
La última amenaza vivida por las ruinas de Segóbriga fue el proyecto de construcción de un parque eólico en sus cercanías, lo que puso a la ciudad en la Lista roja de patrimonio en peligro, pero finalmente el proyecto fue trasladado a otro lugar.
