Un regreso al pasado, que no fue solo emocional sino real y físico, vivió el famoso presentador Roberto Leal en el programa «El camino a casa». La entrevista conducida por Albert Espinosa se realizó en Alcalá de Guadaíra, un pueblo de Sevilla en el que Leal creció junto a su familia.
Guiada por un recorrido por su pueblo natal, la entrevista provocó que afloraran sus vivencias de otros tiempos. Fueron recuerdos tan nítidos que su protagonista se emocionó profundamente.
En ese pueblo se enraízan los primeros recuerdos de su niñez. Y sin duda la conexión entre ambos sigue siendo fuerte más allá de los años transcurridos. El pueblo viene a su mente y a su boca en todas las ocasiones en las que el presentador habla de su vida y de su carrera. En Alcalá de Guadaíra centra los momentos más significativos de su infancia y de su juventud.
La influencia de su padre en el éxito de su vida presente
El reconocimiento de su padre como su gran consejero de vida es permanente en Leal. Sus recuerdos lo muestran como un progenitor muy preocupado por el futuro de su hijo, que tenía una clara visión de la importancia del estudio para la vida.
Esta valoración del estudio que le inculcó su padre, transmitía en cierto sentido la nostalgia por una vida propia que no era la que quería para su hijo. El padre de Roberto Leal pertenecía a una familia muy pobre y no pudo estudiar.
A los 11 años comenzó a trabajar con los albañiles. No tuvo opción. Eran tiempos en los que los niños se hacían hombres temprano y todos aportaban al sustento familiar. Se trataba de trabajar o morir de hambre.
Probablemente recordando esa infancia de su padre, cuando visitó el colegio en el que estudió, el primer recuerdo que vino a su mente fue que llegó a repetir curso dos veces. Reconoció que no era un buen alumno. Pero ese recuerdo vino asociado a otro que tuvo una gran influencia en él.
Recuerda que un día, para hacerle entender la importancia del estudio, su padre lo tomó de un colgante que tenía atado al cuello y le dijo que estudiara, «Estudia todo lo que yo no he podido». Y estas pocas palabras dejaron profunda huella en el presentador.
Como si se descorriera un velo que no lo dejaba ver la realidad, Roberto Leal entendió que él tenía todas las posibilidades que su padre no había tenido para estudiar. Y esa oportunidad se la brindaban sus padres, que durante toda su vida se habían esforzado para que tuviera una vida mejor que las suyas.
Esa fue la llave que encendió la luz en un camino de capacitación, de estudio, de trabajo que le permitieron el éxito.
En el mismo colegio de su infancia, el día de la entrevista, Roberto visitó el salón de actos en el que viviera muchos festejos y actos de fin de curso escolar. Allí lo esperaban con la sorpresa de vídeos en los que aparecía su familia. Con emoción reconoció el valor de esos tiempos, y se escuchó diciendo «Eso era vida».
Un padre muy presente en los momentos exitosos de su hijo
Roberto Leal siempre recuerda con emoción a su padre y lamenta que no pudiera ser testigo de sus logros profesionales.
El trabajo sigue siendo una profunda conexión del hijo con su padre. Aunque reconoce que nunca fue un hombre de muchas palabras, siempre supo decir lo justo para marcar la vida.
Con dolor, afirma que su muerte le afectó mucho, y que le hubiera gustado tenerlo a su lado para siempre. Mantiene intacto su recuerdo hablando de él a su hija y a su público.
