Con la llegada de la primavera y la proximidad del verano, la gente toma conciencia de los efectos del invierno en su peso. La renovación de la vestimenta deja al descubierto los cambios físicos del cuerpo.
Las prendas de telas ligeras no disimulan que hay kilos demás. La ropa del año anterior está ajustada o ya no sirve, y la frustración por la apariencia surge de pronto, como si se hubiera engordado por arte de magia.
A medida que se aproxima la temporada de la playa y las piscinas, esa preocupación por la apariencia crece. Todos quieren lucir buena figura en traje de baño.
Surge entonces el fuerte impulso de comenzar a perder peso. Lo grave de esta situación es que se adoptan rutinas de ejercicios excesivas y dietas extremas que no son saludables.
¿Por qué no es aconsejable realizar dietas rápidas para bajar de peso?
En estos tiempos, las redes sociales, los medios de comunicación y las publicaciones de los influencers se inundan de sugerencias de dietas rápidas y milagrosas.
Muchas personas se resignan a ellas. Desesperadas por bajar de peso, confían en esas promesas. La urgencia por lograr cambios visibles rápidamente las lleva a adoptar estos regímenes. Y no consideran para nada sus efectos en la salud.
En muchos casos, quienes prueban estas dietas experimentan frustración al no obtener los resultados esperados. La ansiedad aumenta y se genera un problema que es imprescindible controlar. En otros casos los resultados son pasajeros. Se pierden kilos que se recuperan también rápidamente.
¿Cuáles son los riesgos y consecuencias de las dietas rápidas?
Las dietas rápidas suelen basarse en restricciones extremas de calorías y en la eliminación de grupos alimenticios esenciales. También proponen el consumo de productos específicos que prometen efectos adelgazantes inmediatos. Aunque en los primeros días pueden ofrecer resultados visibles, el impacto en el organismo puede ser muy perjudicial.
Uno de los riesgos principales es la falta de nutrientes esenciales para el buen funcionamiento del cuerpo. La reducción drástica de calorías es causa de fatiga, mareos, debilidad muscular, y afecta el rendimiento físico y mental.
Además, muchas de estas dietas favorecen la pérdida de masa muscular, lo que ralentiza el metabolismo.
La consecuencia más frecuente de estas dietas rápidas es el efecto rebote. Una vez que la persona retoma su alimentación normal, el organismo recupera rápidamente el peso perdido, e incluso tiende a aumentarlo. Se instala un ciclo de pérdida y recuperación de peso que afecta el equilibrio hormonal y el metabolismo. La autoestima y la motivación también se lesionan.
El sobrepeso en España
Un estudio reciente realizado por la Fundación Mapfre en colaboración con la Academia Española de Nutrición y Dietética ha analizado el exceso de peso en España. En el estudio se han relevado las estrategias que la población emplea para adelgazar.
Los resultados indican que el 52% de los adultos presenta sobrepeso u obesidad. El 72% de los encuestados manifiesta que ha intentado perder peso en algún momento de su vida, con un promedio de siete intentos por persona.
El informe revela que más de la mitad de los españoles ha recurrido a dietas populares, esas dietas “milagro” para perder peso. El ayuno intermitente ha sido la más utilizada. Otras dietas comunes incluyen las de un exceso de frutas, de cero aportes calóricos, la dieta detox, la dieta cetogénica. Un dato preocupante es que el 70% de quienes han seguido estas dietas lo han hecho sin supervisión médica.
La mayoría afirma que lograron perder algunos kilos, pero que en un plazo muy breve los recuperaron e incluso aumentaron.
Hace falta que la población tome conciencia de que la pérdida de peso no solo es cuestión de estética sino, fundamentalmente, de salud. Los nutricionistas insisten en que hay adoptar un enfoque equilibrado, basado en una alimentación saludable y actividad física regular. La pérdida de peso segura es un proceso gradual que debe estar guiado por profesionales.