En la provincia de Teruel, en Aragón, se encuentra uno de los pueblos más hermosos y originales de España, Albarracín, con poco más de 1.000 habitantes. Cuenta con una historia fascinante, pero sobre todo una apariencia que lo hace único en España, lo que es mucho decir si consideramos la gran cantidad de hermosas villas que alberga la península. Albarracín se extiende por la falda de una montaña casi completamente rodeada por el cauce del río Guadalaviar, se caracteriza por el dominante color rojo de sus viviendas, que contrasta con los colores claros de las montañas que la rodean, con afloramientos rocosos y parcialmente deforestadas.
Un pueblo que vale la pena visitar en cualquier momento del año
Los otros dos elementos que destacan en Albarracín, además del color rojo, son las ruinas de lo que fue un imponente castillo y un largo y serpenteante trecho de la antigua muralla que protegió a este pueblo. Albarracín se encuentra a menos de 40 km de Teruel, y a unos 36 minutos si vamos por la A-1512, una distancia que también se puede recorrer en poco más de dos horas si la hacemos en bicicleta. Si te preguntas por qué razón harías ese viaje, es porque todavía no has visto imágenes de Albarracín.
La villa es Monumento Nacional desde 1961 y candidata a ser declarada Patrimonio de la Humanidad por el valor inestimable de su patrimonio histórico, y está rodeada por un entorno natural con personalidad propia, donde sobresale el curso del río Guadalaviar y el Paisaje Protegido de los Pinares de Rodeno. El color de las casas se debe al uso en la construcción de la arcilla rojiza conocida como rodeno, y las construcciones y diseños de las viviendas son resultado del ingenio popular.
Además de la muralla y las ruinas del castillo, lugares que no podemos dejar de visitar, también vale la pena intentar perderse por las laberínticas calles de este pueblo, aunque siempre terminemos desembocando en la Plaza Mayor.
Albarracín en Navidad
Llamado Lobetum, en tiempos de los romanos, Santa María de Oriente en el de los visigodos, y Albarracín desde el período andalusí, cuando llegó a convertirse en un reino independiente, la taifa de Albarracín fue regida por el clan bereber de los Banu razin. El pueblo volvió a manos cristianas por razones de herencia, y fue arrebatado por la fuerza a Navarra, por Aragón, en 1285.
La historia de Albarracín va más atrás; en sus cercanías hay sitios con pinturas rupestres del Paleolítico y Neolítico, y monumentos posteriores a su agitada Edad Media. Este es el caso de la Catedral del Salvador, una construcción del siglo XVI. Pero este pueblo además revela otra faceta durante la Navidad, al iluminar con luces las originales fachadas de sus casas, las serpenteantes calles y la Plaza Mayor. Caminar por el pueblo se convierte en una experiencia mágica e inolvidable, que vamos a querer repetir.
Las luces navideñas están cuidadosamente colocadas para destacar diferentes detalles de las casas, iglesias y edificaciones públicas, y definitivamente nos van a dar otra perspectiva de este fascinante pueblo: Albarracín de noche y en Navidad.
Cosas que no podemos dejar de ver al visitar en Albarracín
No es un pueblo cuyos atractivos se puedan agotar en una sola visita, pero estos son algunos de los sitios que no podemos dejar de ver: la muralla, las ruinas del castillo (el alcázar de Albarracín). También caminar por las calles del casco histórico, la Catedral y el Museo Diocesano, el paseo por las orillas del Guadalaviar, a pie o en barca (hay paseos fluviales).
Y disfrutar de un paseo nocturno por el casco histórico de Albarracín, amparados por las luces navideñas.
