Los móviles se han convertido en un dispositivo esencial de la vida moderna; no solo los usamos para llamar, también para tomar fotografías, pagar productos y servicios, trabajar a distancia, jugar, ejercitarse, tomar notas y hasta para ver series en streaming, entre tantas funciones.
Por eso es tan grave que nos roben el móvil, porque más allá de tratarse de un dispositivo costoso es un equipo en el que está buena parte de nuestra vida, laboral e íntima. Por ello causa tanta indignación cuando el robo se produce en un espacio donde deberíamos sentirnos seguros, como la cabina de pasajeros de un avión comercial.
Un móvil que desaparece en el vuelo GA716
Michael Tjendara abordó un vuelo en Yakarta, Indonesia, con destino a Melbourne, Australia, en lo que parecía un viaje normal en un avión de la aerolínea Garuda Indonesia. Poco después del despegue, colocó el teléfono en el bolsillo del asiento delantero, donde van las revistas y las instrucciones de emergencia, y abandonó su asiento por un momento.
Cuando regresó el móvil no estaba. Tjendara habló con la tripulación de cabina, pero estos no le ofrecieron ninguna solución. Le hurtaron el teléfono en pleno vuelo, y no había manera de saber quién fue.
Horas después de llegar a destino, y después de haber puesto la denuncia tanto en la aerolínea como en la policía, Tjendara utilizó una aplicación de Apple, Find My iPhone, que sirve para conocer la ubicación del dispositivo. No pudo evitar sorprenderse al ver que el móvil se encontraba en un hotel céntrico de Melbourne, el hotel Mercure. Y la sorpresa se debió a que se trata del hotel donde habitualmente se aloja la tripulación de Garuda Indonesia.
Pero la historia no termina aquí: poco después, a través de esta aplicación, pudo ver cómo su móvil abandonaba el hotel y se desplazaba hasta el puente Evan Walker, un puente peatonal que cruza el río Yarra, donde la señal desapareció. Evidentemente, un miembro de la tripulación de cabina tenía el móvil, debió darse cuenta de que podía ser localizado, lo llevó hasta el río y lo lanzó al agua.
La víctima mostró capturas de pantalla en las redes sociales, donde se veía la ubicación del teléfono y lo que pasó con él, y es probable que haya sido esta exposición la que haya obligado a la aerolínea a actuar, suspendiendo por el momento a toda la tripulación de cabina del vuelo GA716, mientras se lleva a cabo una investigación.
Más allá del hurto: la pérdida de confianza
Michael Tjendara ha dejado claro, utilizando una red social menos masiva, como es LinkedIn, que lo que sucedió con su móvil va más allá del robo: “no se trató de un teléfono, se trató de sentirse seguro cuando viajas. Se trató de saber que tu familia está protegida”.
Es así, la cabina de un avión de pasajeros debería ser un espacio seguro, donde nos podemos levantar para ir al baño o estirar las piernas sin temer por la seguridad de los objetos que dejamos en el asiento, o por la del hijo o pariente con el que viajamos. Tjendara asegura que colaboró con la policía tanto en Australia como en Indonesia, pero hasta ahora no ha tenido una respuesta aceptable por parte de la aerolínea.
Por otro lado, en Garuda Indonesia señalan que acompañaron al pasajero en las denuncias ante la policía de los dos países, y que están haciendo todo lo posible por esclarecer el caso. Prueba de ello es la situación disciplinaria en la que se encuentra la tripulación mientras se aclara qué fue lo que realmente sucedió.
