No se habla mucho de la vida en los conventos. La vida de esas personas que optan por la vida religiosa no es noticia en el mundo. Nada se publica acerca de esa vida, aunque se conoce que es diferente a la del resto de las personas. De puertas hacia adentro, las monjas viven en un mundo secreto para quienes no son religiosos.
Es sabido que, en muchos conventos, especialmente en los de clausura, los espacios están divididos y se limita el acceso a la gente de fuera. Generalmente el público solo puede acceder a las capillas o iglesias, donde se realizan oraciones y se celebran misas. Pero hay zonas de exclusión para los foráneos, a las que solo entran las monjas. Están estrictamente prohibidas para el público.
Toda esta reserva de la vida en el convento, genera una especie de misterio en torno a cómo vivirán las monjas que optan por esta vida en la que casi no tienen contacto con el exterior. En tiempos en los que la Iglesia intenta acercarse a las comunidades, sor Marta, una monja benedictina de clausura, comparte en las redes sociales con la gente su experiencia de vivir en un convento.
Sor Marta vive en el Monasterio Santa Cruz, en Sahagún, León. A través de YouTube y TikTok abre las puertas del convento. A través de sus relatos, se conoce su rutina diaria y las actividades a las que se dedica.
¿Por qué Marta decidió ser monja?
Con su expresión serena y con una sonrisa que es un rasgo muy suyo, sor Marta dice que eligió ser monja porque quería ser feliz. Y explica que siempre ha creído que la felicidad está es seguir la vocación que Dios marca para cada persona. Y la suya era ser monja. Así que siguió la guía de Dios y alcanzó la felicidad que buscaba.
¿Cómo es vivir en un convento de clausura?
Un convento es una estructura de vida muy organizada. Las monjas deben acatar el hábito o túnica de su congregación, que son de color negro, gris o marrón, según la orden. Un tema especial al que sor Marta se dedica en sus videos es el uso del velo. Responde a la pregunta de por qué las monjas usan velo, que es una curiosidad muy común.
Sor Marta explica el velo por una razón de tradición. En la antigüedad las mujeres no podían rezar con la cabeza descubierta. El cabello era señal de gloria. Por lo tanto, llevar el cabello tapado era signo de modestia, de humildad. Además, era costumbre cortar el cabello a las monjas. Esta era otra razón de uso del velo.
Una vida sin TV, ni radio ni diarios
La vida de las monjas de clausura está dedicada a la oración y a la espiritualidad. Por eso se cortan los vínculos con el exterior. Su día a día es sencillo, lejos de las distracciones del mundo. La oración en solitario o grupal es el eje central de su vida. Pasan gran parte de su tiempo dedicadas a la lectura de textos sagrados y a la meditación.
¿Realizan otras actividades además de rezar?
Las monjas de clausura, además de dedicarse a la oración, desempeñan otras actividades. Algunas se ocupan de la huerta, otras cocinan o estudian.
Se sostienen económicamente con autonomía. El convento en el que vive sor Marta tiene un museo y cobra una entrada para el mantenimiento, También venden dulces y productos naturales. Además, se abastecen de las pensiones de las monjas mayores y de donativos.
El relato de un día de la vida de sor Marta muestra que dedican la mayor parte de su tiempo a la oración, pues esa es la característica de las órdenes de clausura. Sin duda es una vida de renuncias, y seguramente hay que tener una vocación firme para sostenerla.
