La idea de proteger los valores más preciados siempre ha sido una preocupación de las personas. Ahora se cuenta con los bancos y las cajas fuertes. Pero en tiempos antiguos, el sistema que se consideraba seguro era enterrar todo aquello que se quería proteger de saqueos, guerras o pérdidas inesperadas.
Esta actitud, que forma parte de la naturaleza humana, era un acto de supervivencia. El enterrador sabía que la tierra protegería su tesoro, y se sentía confiado y seguro con esta protección.
Sin embargo, lo que en su momento fue un acto de protección se convierte en un nexo entre el pasado y el presente. Basta que esos valores sean descubiertos para abrir una puerta a la vida de quienes los enterraron.
Cada hallazgo que realiza una persona, un arqueólogo o un ciudadano común, se siente como un mensaje que viene del pasado. Es un testimonio que conecta generaciones.
Esas fueron las vivencias que, unidas a la sorpresa, experimentaron quienes participaron del hallazgo de un tesoro de la época gala y romana enterrado en el patio de una vivienda.
¿Dónde estaba el tesoro y cómo estaba compuesto?
El tesoro fue descubierto de manera accidental, nadie lo estaba buscando. El hallazgo se produjo cuando el propietario de una casa de Senon, Francia, situada a 300 kilómetros de París, comenzó los trabajos para ampliar su vivienda.
Cuando inició las gestiones para realizar la reforma de su jardín, tuvo que presentar solicitudes especiales. Esa zona está considerada área con potencial arqueológico. Toda intrusión en el terreno está regulada y debe ser comunicada a la administración.
Se ordenó una excavación preventiva, como lo exige la normativa. Ya en estas tareas previas, los arqueólogos encontraron vestigios de una calle y de varias viviendas que tenían patios y sótanos.
Todos estos restos arqueológicos se encontraban en una parcela de 1.500 metros cuadrados. Se interpretó que se trataba de un barrio antiguo.
¿Cuál fue el mayor hallazgo en ese lugar?
Los arqueólogos estaban dedicados a explicar las características de esos descubrimientos. Comenzaron las hipótesis y las posibilidades. Sin embargo, esas ruinas constructivas perdieron su lugar de privilegio cuando fueron descubiertas tres ánforas repletas de monedas.
Las ánforas habían sido enterradas cuidadosamente en fosas acondicionadas para su protección. En su interior, las monedas permanecían en buen estado de conservación. Abarcaban desde finales del período galo hasta la Antigüedad romana.
En su interior había 40.000 piezas, un verdadero tesoro en monedas que, conjuntamente con el resto de los descubrimientos, estaban listas para contar la historia de una ciudad y de su gente.
¿Qué tipo de monedas eran las del enterramiento?
Inmediatamente después de realizado el hallazgo de las monedas, comenzaron las investigaciones. Los arqueólogos del Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas, INRAP, observaron que, en su mayoría, eran antoninianos y denarios de plata y bronce. Eran monedas acuñadas entre los siglos III y IV d.C. Fue el tiempo de la crisis del Imperio Romano.
En el gran grupo de monedas romanas había emisiones de emperadores de la dinastía Severa hasta piezas de la época de Constantino. Tal como era habitual, tenían grabados retratos de los gobernantes y símbolos militares o religiosos.
¿A quién pertenecen esos hallazgos después de ser descubiertos?
La legislación francesa establece que los hallazgos arqueológicos pertenecen al Estado y forman parte del patrimonio nacional. No son del propietario del terreno ni de la persona que los descubrió.
Esta normativa se basa en el Código del Patrimonio que regula la protección de bienes culturales. En caso de hallazgo casual, como el de las ánforas con monedas, el descubridor debe notificarlo inmediatamente a las autoridades.
El tesoro de Senon es uno de los mayores tesoros de monedas descubiertos en territorio francés.
