Ya estamos en esos días en que tenemos que empezar a sacar las cuentas de todos los gastos en que incurrimos durante las vacaciones, y es cuando constatamos que frases como “nadie nos quita lo bailado”, o “para un buen gusto un buen susto”, ya no suenan tan ciertas o convincentes como a principios del verano. ¿La cuesta de septiembre?
Es cuando deseamos meter la mano en el bolsillo y sacar una moneda mágica con la que podamos cubrir todo lo que gastamos las últimas semanas, e incluso nos quede algo más para darnos algún gusto adicional. Pues, ¿sabéis una cosa? Existen monedas así, no mágicas, pero sí muy valiosas, y podrían estar en nuestro bolsillo.
Una moneda de un céntimo que puede valer lo que gastamos en vacaciones
Nos referimos a esas monedas que son buscadas por coleccionistas en todo el mundo, y que pueden llegar a alcanzar precios increíbles en subastas presenciales y en páginas web que se dedican a este tipo de intercambios. Cuando se habla de numismática y de la colección de monedas en particular, enseguida se piensa en monedas antiguas, romanas o griegas, o en escudos y monedas españolas de oro del siglo XVIII, como las que esperamos encontrar en un cofre escondido por piratas.
Pero hay monedas del siglo XX, e incluso del XXI, perseguidas por los coleccionistas y que pueden llegar a valer varios miles de euros. Este es el caso de una moneda de un céntimo acuñada en Alemania en 2002, que en páginas como eBay se cotiza por encima de los 1.000 euros.
¿Por qué es tan valiosa una moneda de 1 céntimo?
Todas las monedas de 1 céntimo acuñadas en países de la Unión Europea comparten, en principio, las mismas características: son monedas de acero bañadas en cobre, con un diámetro de 16,25 centímetros, y un grosor de 1,67 milímetros. También comparten una cara común, donde se ve el valor, el número 1, y un globo terráqueo donde aparece Europa en primer plano, y parte de África y Asia. Y por el lado contrario tiene motivos nacionales.
En el caso del céntimo alemán acuñado en 2002, este tiene una rama de roble, un símbolo tradicional de ese país, rodeada por las 12 estrellas de la Unión Europea, con una letra y el año de acuñación en la parte inferior. Esta moneda fue diseñada por Rolf Lederbogen, un arquitecto y diseñador nacido en Baja Sajonia y fallecido en Heidelberg en 2012. Lederbogen diseñó también las monedas alemanas de 2 y 5 céntimos de euro. Se dice que no llegó a enterarse de que sus monedas se convertirían en objeto de colección.
Poco más de 20 años después, estas monedas de un céntimo se han hecho muy apreciadas por los coleccionistas. Entre otras cosas porque cada vez son más escasas, y su valor es directamente proporcional a su estado de conservación. Naturalmente, las monedas que no tienen golpes y conservan su brillo se consideran más valiosas, y se cotizan en algunas plataformas de subastas hasta por 1.000 euros.
La letra mayúscula que aparece en estas monedas, al pie de la rama y cerca del año de acuñación, es para indicar el lugar de Alemania donde fueron acuñadas: la A indica que fue hecha en Berlín, la F Stuttgart, la G para Karlsruhe y la J, que fue acuñada en Hamburgo. Existe además una variante muy buscada por los coleccionistas, la KMB (“Kleines Munz Bild”, “moneda pequeña”), que se diferencia de las otras porque el grabado del lado nacional es un 10% más pequeño que el de las otras monedas de 1 céntimo.