La llegada del invierno también trae consigo la aparición de la niebla, que se convierte en uno de los principales peligros en las carreteras de España. Este fenómeno típico de esta época puede reducir de manera significativa la visibilidad, haciendo que la conducción de un vehículo sea más peligrosa.
Por ello, el uso correcto de las luces antiniebla delanteras y traseras es clave para garantizar la seguridad de todos los usuarios de las vías y carreteras. De hecho, la Dirección General de Tráfico (DGT) asegura que las luces antiniebla delanteras y el piloto antiniebla trasero ayudan a ver algo mejor y ser visto en las vías.
Además, en condiciones de mala o poca visibilidad se debe reducir la velocidad, ajustando a las circunstancias, esto con la intención de que sea posible detenerse dentro de su campo de visión. También es importante aumentar la separación frontal para evitar alcances: a 50 km/h y con suelo mojado, un turismo no se detiene antes de 30 metros; si la niebla es muy cerrada, es mejor abandonar la vía y esperar a que esta se despeje.
Luces antiniebla: aspectos qué se debe conocer para su uso
Las luces antiniebla delanteras y traseras representan una herramienta vital para la seguridad vial. Por este motivo, hay que tener cuidado con su uso; si se utilizan de manera incorrecta, no solo pueden empeorar la visibilidad, sino que también pueden llevar a la imposición de multas considerables.
De hecho, la DGT ha definido sanciones específicas para aquellos que usen las luces antiniebla de forma inadecuada. Las luces antiniebla delanteras deben utilizarse sólo cuando las condiciones de visibilidad sean malas debido a niebla densa, lluvias torrenciales o nevadas intensas; este tipo de luz ayuda a mejorar la visibilidad, ya que se proyecta hacia el suelo y evita que se refleje en la niebla, lo que podría deslumbrar a los conductores.
Por otro lado, las luces antiniebla traseras, se consideran más delicadas en cuanto a su uso. Estas luces se deben encender únicamente cuando la visibilidad es considerablemente reducida, es decir, cuando la distancia de visibilidad es inferior a los 20 metros, bien sea por niebla densa, bancos de niebla o inclusive en zonas con mucho polvo o humo.
La función principal de este tipo de luces es hacer que otros vehículos te vean desde atrás, sin embargo, su potente luz roja también puede ser un peligro si se utiliza en condiciones no apropiadas.
Recomendaciones para no caer en multas de la DGT
Se deben usar las luces delanteras solo en condiciones de visibilidad reducida. Si la niebla es moderada o densa, o si se está circulando bajo lluvias torrenciales o nevadas intensas, se deben encender las luces delanteras antiniebla. De no presentarse este tipo de situaciones al momento de circular en vías y carreteras no se considera necesario hacerlo.
Las luces traseras solo deben utilizarse en niebla densa. Si no hay visibilidad, hay que encenderlas para que otros vehículos vean el coche desde atrás. Pero hay que apagarlas tan pronto como la niebla se disipe o la visibilidad sea suficiente para circular sin ellas encendidas.
Hay que apagar las luces traseras una vez que ya no sea necesario su uso. Se debe recordar que las luces traseras antiniebla pueden deslumbrar a los demás conductores en la vía, principalmente por la noche e incrementar el riesgo de accidentes.
No hay que usar las luces antiniebla en condiciones normales, hay que asegurarse de que realmente son necesarias para la seguridad vial. Entre otras cosas, porque se ha demostrado que usarlas de forma innecesaria, puede traer como consecuencia la imposición de una multa por la DGT.
