Desde que la DGT instaló los primeros radares, en el año 2015, el proyecto no ha parado de crecer. En estos 20 años de uso, estas herramientas han demostrado su eficacia para contribuir a mejorar la seguridad vial. Probablemente su valor se deba a que cumplen una doble función. Por un lado, son un recurso para la persuasión que contribuye a que los conductores respeten los límites. Esto reduce el riesgo de accidentes.
Pero, además, los radares vigilan permanentemente sin necesidad de agentes y sancionan a los infractores. Condición que también es necesaria para los conductores reincidentes e infractores habituales que no se convencen de que los límites de velocidad deben ser respetados. Todos estos beneficios han determinado que la DGT siga probando diferentes tipos de radares aprovechando su efectividad en las variadas situaciones de las vías públicas.
En esta evolución en el uso de radares, han ido poniéndose en funcionamiento en las rutas radares móviles, radares de tramo, radares multi senda, mini radares. Y actualmente están apareciendo los que la gente ha llamado “radares negros”. Una etiqueta que tiene connotaciones de misterio amenazante.
¿Cómo son los radares negros de la DGT?
Los radares negros técnicamente son radares de control de los carriles bus VAO. Ya están funcionando en el entorno madrileño, en algunas carreteras de acceso a la ciudad. Se les llama “radares negros” por su diseño oscuro. Son radares especiales, que no apuntan a la velocidad. Detectan el número de ocupantes de cada vehículo y marcan sanción para el conductor que viaja solo en estos carriles especiales.
¿Por qué es necesario el control en los carriles bus VAO?
Los carriles bus VAO fueron diseñados para promover una movilidad más eficiente y sostenible. El proyecto de la DGT se propone la reducción de vehículos en las vías públicas para evitar el congestionamiento, que es factor de aumento de accidentes. También tiene que ver con la reducción de emisiones contaminantes. Menos vehículos, menos contaminación.
Los carriles VAO están reservados para autobuses, taxis y vehículos particulares con al menos dos ocupantes. Ofrecen una vía rápida y fluida para quienes comparten coche o utilizan el transporte público. En lugares en los que funcionan hace tiempo, como en Madrid, han tenido un impacto positivo en el tráfico.
El problema es que hay coches en los que viaja solo el conductor, que aprovechan los carriles bus VAO para reducir sus tiempos de viaje. Los carriles se saturan y dejan de cumplir la función para la que fueron creados. Por esta razón, los radares negros cumplen un papel muy importante. Los conductores serán multados si usan ese carril preferencial cuando no llevan acompañantes.
¿Cómo funcionan los radares negros?
Estos radares están equipados con cámaras térmicas infrarrojas. Incluyen sistemas de inteligencia artificial que otorga una alta precisión a los controles. La sensibilidad de las cámaras permite reconocer también si en el vehículo está sentado algún maniquí. El uso de maniquíes para simular que viaja más de una persona es bastante habitual en los carriles VAO. Pero el radar negro los detecta.
Cumplen con su función aunque los vehículos tengan cristales oscuros. Además, los analizan a altas velocidades de hasta 130 km/h.
¿Cuál es la sanción por circular por un carril bus VAO?
El conductor que circula solo por un carril reservado a vehículos compartidos puede recibir una multa de 200 €. No se aplica pérdida de puntos. El procedimiento del radar es muy sencillo. El sistema detecta que el vehículo que circula por un carril VAO no cumple con los requisitos y marca infracción. Registra la matrícula del coche y genera una imagen del interior.
La infracción se transmite telemáticamente en tiempo real a la DGT. La multa llega al domicilio del titular del vehículo. Y solo le queda pagarla. Los radares negros no son tan misteriosos como podría pensarse.
