El Caribe es un lugar de playas paradisíacas, cuna de varias corrientes musicales que hoy tienen intérpretes y seguidores en todo el mundo, y punto de confluencia de culturas de Asia, África y Europa que, en conjunto con América, han dado origen a notables y originales manifestaciones artísticas y gastronómicas.
Fue también un sitio de grandes conflictos entre imperios y reinos europeos, especialmente durante los siglos XVI, XVII y XVIII, en los que las islas y partes de tierra firme cambiaron de mano en varias ocasiones. Se trata de un conflicto del que son testimonio hoy en día las islas neerlandesas, francesas e inglesas que conviven con las grandes islas hispanohablantes.
La isla con la frontera más lejana de la Unión Europea
Existe una isla en el Caribe que es, en cierta forma, un monumento viviente que recuerda ese período de piratas y corsarios, romantizado por novelas, películas y series. Una isla que actualmente es la única frontera entre países de la Unión Europea que se encuentra fuera de Europa: la isla de San Martín, Saint-Martin o Sint Maarten.
San Martín se encuentra a 240 km al este de Puerto Rico, y actualmente está dividida políticamente entre Países Bajos y Francia. La capital de la parte neerlandesa es Philipsburg y Marigot la de la parte francesa. Desde los años 60 del siglo pasado, la principal actividad de la isla es el turismo, que ha prosperado gracias a hermosas playas como Baie Rouge, Orient Beach y Maho Beach, pero varios siglos más atrás su principal actividad fue la piratería, y sobre todo el ataque a la flota española.
Una batalla contra los corsarios
Aunque San Martín fue visitada por Colón en uno de sus viajes, y considerada parte del Imperio español, la isla contó con pocos colonos nuestros y eventualmente fue poblada por franceses, que la usaron para sembrar tabaco, y por neerlandeses, que la utilizaron como base para asaltar los barcos españoles que transitaban entre tierra firme y Europa.
Durante las primeras décadas del siglo XVII, los ataques de los corsarios neerlandeses a las flotas españolas hicieron que España decidiera unir sus recursos, los de la Armada de Tierra Firme, con los de la Armada de Nueva España y la Armada de la Mar Océano, bajo el mando de Lope Díaz de Armendáriz, para tomar la isla y acabar con la flota corsaria.
En mayo de 1633 (no falta mucho para que se cumplan 400 años), una flota constituida por más de 55 barcos y alrededor de 2.000 hombres zarpó de Cádiz, y en junio estuvieron cerca de la fortaleza neerlandesa de San Martín, donde eran esperados por cerca de 200 soldados y 22 cañones. Díaz de Armendáriz intentó negociar la rendición del fuerte con el gobernador Jan Claeszoon van Campen, pero no hubo ningún resultado, y fue entonces, en julio de 1633, cuando comenzaron las hostilidades.
Los españoles desembarcaron 1.300 hombres y dos cañones al mando de Lope de Hoces fuera del alcance de los cañones de la fortaleza. Se abrieron camino a través de pantanos y selva, enfrentando ataques esporádicos, y finalmente comenzaron el asedio de la fortaleza, que duró 8 días y concluyó con la rendición de los neerlandeses el 1 de julio de 1633.
Como resultado, la isla quedó bajo el control de España hasta 1648, período en el que resistió varios ataques de corsarios, como el del famoso Peter Stuyvesant. Fue en ese año 1648, producto del Tratado de Münster, cuando los españoles se retiraron y la isla volvió a manos de franceses y neerlandeses. No fue la última vez que esta isla cambió de manos, pues en ocasiones posteriores estuvo varias veces bajo el control de los ingleses, pero hoy en día está más cerca de ser un símbolo de las nuevas relaciones entre las viejas potencias de Europa Occidental.