La educación de los niños, prepararlos para un mundo que cambia cada vez más rápido, sigue siendo una de las principales preocupaciones de todos los padres. O al menos de aquellos que están interesados en proporcionar herramientas a sus hijos que les permitan realizarse plenamente como individuos y superar cualquier desafío.
En años recientes, se ha comenzado a prestar atención a un aspecto que durante décadas fue muy descuidado mientras se daba mayor relevancia al conocimiento académico.
Nos referimos a lo que se conoce como inteligencia emocional, definida como la capacidad para reconocer nuestros sentimientos y los de los demás, para saber manejar las relaciones y también para saber cómo motivarnos y motivar a los demás.
7 hábitos fundamentales para desarrollar una alta inteligencia emocional
Reem Raouda es una coach certificada en crianza consciente, que ha estudiado las relaciones entre más de 200 padres e hijos y ensayado incluso algunas técnicas para estimular la inteligencia con su propio hijo.
En este proceso consiguió identificar 7 hábitos o estrategias que fueron fundamentales para estimular la inteligencia emocional de los niños.
- Aceptar el silencio en las relaciones. No siempre hay que tener respuesta para todo, y es importante que los niños aprendan a reflexionar y a manejar sus sentimientos de forma independiente.
- Nombrar las emociones y no intentar esconderlas. Los padres deben hacer saber a los hijos cuándo están enojados, frustrados o dolidos. De este modo, ellos sabrán a qué atenerse, y también aprenderán a expresar sus emociones.
- Disculparse con los hijos. Si cometimos un error o fuimos injustos, debemos reconocerlo y no actuar de forma orgullosa. De esta manera, le estaremos enseñando una herramienta muy importante (saber reconocer los errores y disculparse cuando haga falta), y vamos a tener una mejor relación con nuestros hijos.
- Estimular una conducta cortés sin imponerles las fórmulas de cortesía. Los niños copian nuestra manera de relacionarnos, si somos educados entre nosotros y con los demás, ellos también lo serán, y no habrá que obligarlos a decir “por favor” o “gracias”.
- Tomar en serio todas sus preocupaciones y sentimientos. Puede parecer una tontería, pero nunca hay que desestimar las preocupaciones o sentimientos de los niños, por más triviales que puedan parecernos los motivos. Los adultos también se preocupan por cosas absurdas y que no pueden resolver y, por otro lado, estaremos enseñándoles a ser empáticos.
- No tomar todas las decisiones por ellos, dejarles elegir. Que escojan la ropa que quieren usar, el corte de pelo, sus juguetes o la película que desean ver; es importante que aprendan a tomar decisiones, y a aprender de sus errores. Ante determinadas situaciones, en vez de decirle qué hacer, preguntar: “¿qué crees tú que deberíamos hacer?”.
- Dejar que se aburran y aprendan a estar solos consigo mismos. A pesar de que muchos creen lo contrario, el aburrimiento es una señal de inteligencia, y juega un papel importante en el desarrollo cognitivo de niños y niñas, en el desarrollo de la creatividad y en la capacidad para reflexionar.
Lo que podemos hacer para estimular la inteligencia emocional de nuestros hijos
Podemos resumir varias de estas estrategias con una frase de Baden Powell, el fundador del movimiento Scout: “Los niños no aprenden lo que los mayores dicen, sino lo que ellos hacen”.
Si queremos niños educados y empáticos, debemos ser educados y empáticos nosotros también, con ellos y con los demás. Hay que dejar que se aburran, que tomen sus propias decisiones, respetar sus tiempos y silencios y, más que darles respuestas, enseñarles a hacer las preguntas correctas.
Los padres que desarrollen estas siete estrategias formarán niños en condiciones de enfrentar todos los cambios que están por venir, y tendrán más oportunidades para encontrar su camino y para su realización personal.
