La sequía afecta de forma recurrente a varias regiones de España. Especialmente perjudica al sureste peninsular, al valle del Guadalquivir, Extremadura y a zonas del noreste, como Cataluña y Aragón.
Estas áreas sufren con mayor intensidad la escasez de lluvias debido a factores climáticos estructurales. Se explica por el agravamiento del cambio climático que, según los expertos, ha reducido la frecuencia de lluvias y aumentado las temperaturas medias.
Los acuíferos se agotan más rápido y no se regeneran y los cultivos enfrentan cada vez más dificultades.
Pero no solo se siente en las zonas rurales. También el abastecimiento urbano de agua se ve comprometido en épocas prolongadas de sequía. Esto obliga a los gobernantes a aplicar restricciones y medidas de ahorro.
En este contexto, en Cataluña, al igual que otras comunidades, se han declarado en emergencia hídrica. Como consecuencia se establecen limitaciones tanto para el consumo doméstico como para usos industriales y agrícolas.
Cataluña y su situación de emergencia hídrica que parece llegar a su fin
Hace más de dos años que Cataluña mira con preocupación las reservas de agua. La declaración de emergencia hídrica en Cataluña, que se estableció el 1 de febrero del año pasado, implicó una serie de consecuencias que han afectado a múltiples ámbitos de la vida cotidiana.
La medida de mayor impacto adoptada ante la grave situación de sequía que sufre la región, han sido las restricciones estrictas en el uso del agua. Se prohibió el uso de agua para actividades no esenciales, como riego de jardines, lavado de vehículos fuera de los lavaderos, llenado de piscina, uso de agua potable para usos industriales o recreativos.
Estas restricciones impactaron directamente en el día a día de los ciudadanos, acostumbrados a que el agua podía usarse sin límites. También perjudicó al turismo, al comercio y a la industria.
Con estas limitaciones, se intentó garantizar el abastecimiento básico a la población y preservar lo más posible, los recursos hídricos disponibles.
Se levanta el estado de emergencia hídrica en Cataluña
Las lluvias de marzo han dado un respiro a Cataluña y marcan cierto alivio en la gestión de la sequía.
Los niveles de agua en los embalses han tenido una leve recuperación gracias a las recientes lluvias y a las medidas de ahorro. Las autoridades han decidido pasar de la fase de emergencia a un estado de alerta.
Indicador de esta mejoría es el volumen actual de los embalses, su supera los 440 km3. Las reservas de agua están al 63% de su capacidad.
Aunque el riesgo de sequía no ha desaparecido completamente, el alivio en las reservas permite relajar algunas de las restricciones más severas que estaban en vigor. Entre los principales cambios, se contempla la recuperación parcial del riego en parques y jardines, y la autorización con limitaciones a abastecer las piscinas públicas.
Sin embargo, el consumo doméstico continúa bajo vigilancia y se pide a la población que el agua se use responsablemente. El levantamiento de la emergencia está muy lejos de ser una vuelta a la normalidad plena. Es un comienzo que debe vivirse para consolidar hábitos de consumo más sostenibles.
Barcelona festeja
Se ha confirmado que la Generalitat levantará las restricciones al uso del agua en todo el sistema Ter-Llobregat. Finalizó el límite de 250 litros de consumo de agua que el Govern había fijado. Las autoridades anuncian que comienza una etapa de desescalada de las restricciones que mejorará la vida.
Es buen momento para reflexionar sobre la necesidad de repensar la infraestructura hídrica, invertir en tecnologías de reutilización y desalinización. Hay que adaptar los modelos de consumo y producción al nuevo contexto climático. Todo anuncia que no habrá marcha atrás, y que la escasez de agua será una constante en Cataluña y la región.
