La Generación Z, integrada por los nacidos entre el 1997 y 2012, ha crecido en un contexto social, cultural y tecnológico que ha determinado características distintivas.
Son nativos digitales. Crecieron rodeados de tecnología y están acostumbrados a vivir conectados todo el tiempo. Utilizan internet y redes sociales como herramientas naturales para comunicarse, aprender y hasta trabajar.
Se consideran hábiles para realizar múltiples tareas a la vez, y pueden pasar rápidamente de una actividad a otra. En general, valoran la diversidad y la inclusión, y suelen ser abiertos a diferentes culturas, géneros y estilos de vida.
Podría pensarse que, con todas estas condiciones que parecen tan positivas, tendrían muchas oportunidades laborales y de desarrollo en los tiempos que corren. Sin embargo, la realidad muestra que estos jóvenes sienten su futuro amenazado y viven profundas limitaciones el ámbito laboral.
¿Qué pasa a nivel laboral con la Generación Z?
La situación mundial sacude y limita a los jóvenes. La tasa de desempleo es muy alta y les es difícil ingresar al mercado laboral. Cuando lo logran, encuentran empleos temporales o de contrato a corto plazo, lo que les genera incertidumbre y dificultades para planificar su futuro.
Los salarios que se les ofrecen suelen ser bajos, aunque tengan estudios superiores. Lo que ganan no suele ser suficiente para cubrir sus costos de vida. El problema es más agudo en las áreas urbanas.
No logran asumir gastos básicos, como los de ropa adecuada para el trabajo o el transporte para llegar al trabajo. Hay jóvenes que se ven obligados a rechazar trabajos porque no disponen de recursos para solventar estos costes. Una opción podría ser el autoempleo.
¿Qué prevén para su futuro los jóvenes de la Generación Z?
Una encuesta realizada a más de 2.000 jóvenes de entre 16 y 25 años en el Reino Unido para el índice anual NatWest Youth Index 2024 de Prince’s Trust, muestra un panorama desalentador para esta generación.
La frustración y la desesperanza son una constante en estos jóvenes, que ven muy limitadas sus aspiraciones profesionales y laborales. Más de la mitad de los encuestados consideran que nunca tendrán seguridad financiera.
El dinero es un factor de estrés para muchos, pues no logran visualizar un camino para que la situación mejore. Es el nivel más bajo de confianza en el dinero que se ha registrado durante los 15 años en que se realiza esta encuesta de bienestar de los jóvenes.
El problema es más angustiante en las mujeres de la generación Z. Un 60 % de las encuestadas manifiesta temor de no lograr la estabilidad necesaria para sostener una familia. Aunque en un porcentaje un poco menor, los hombres jóvenes también tienen esta preocupación.
El estrés permanente los enferma y esto hace que falten a los trabajos. Terminan desempleados y se cierra el círculo vicioso.
¿En qué se basan los jóvenes para sus decisiones económicas y financieras?
La tecnología es su principal influencia, ya que están permanentemente conectados a través de plataformas digitales y redes sociales. Una de las redes más elegidas es TikTok.
En esta red social, encuentran consejos sobre cómo resolver sus problemas de dinero. No se fijan en la fuente, en qué capacitación o legitimidad tiene quien ofrece la solución y las sugerencias.
Lo importante es encontrar un apoyo que les brinde un poco de confianza en que hay una salida y en que conseguirán resolver su situación crítica. Y cuando no lo logran, la depresión los abruma.
La situación económica mundial y el impacto que tiene sobre esta generación de jóvenes, atenta contra su salud mental. Han aumentado los niveles de suicidios juveniles producto de la desesperanza y la infelicidad, que afecta especialmente a los de contextos más desfavorecidos.
Se hace necesario tomar medidas inmediatas para evitar que los jóvenes recuperen la esperanza. Los estados deberían unirse a los empresarios privados para generar proyectos en común que atienda esta realidad que amenaza el futuro de las naciones.
