Son varios los trabajos fundamentales en la sociedad española que se están viendo afectados por la falta de relevo generacional. Es e caso de los conductores de autobuses y transporte pesado, los artesanos que trabajan joyas y pieles, los técnicos electrónicos, los zapateros y los técnicos que reparan instalaciones de gas y de aire acondicionado.
En todas estas profesiones, la edad promedio está cerca o por encima de los 50 años y son pocos los jóvenes que se sienten atraídos por estas actividades, sobre todo por los bajos salarios iniciales. Otra profesión esencial que se encuentra en esta situación es la de los albañiles, tal y como comenta José María, un albañil de 63 años.
Un déficit de albañiles que aumenta con el paso de los años
Lo de la falta de relevo generacional en el caso de los trabajadores de la construcción no es broma, según la Fundación Laboral de la Construcción apenas un 10% de los trabajadores del sector son menores de 30 años. Estamos hablando de una actividad que, sobre todo en los primeros años, precisa de mucha fuerza y habilidad, por lo que debería haber más trabajadores jóvenes.
Lo que sí abundan son trabajadores con más de 50 años, como es el caso de José María, un albañil que comenzó a trabajar en la construcción a los 14 años y que ahora tiene 63. “En mi obra solo hay un chaval de 28 años, el resto tiene más de 50 años”. Los trabajadores que quedan están cada vez más cerca de la jubilación, y el déficit no deja de crecer. Para la Confederación Nacional de la Construcción, ya hacen falta 700.000 trabajadores si se quiere cumplir con los planes nacionales de construcción de viviendas. Al respecto, su presidente, Pedro Fernández Allen, señala:
“Cualquier política destinada a resolver el acuciante problema de la vivienda en España está destinada al fracaso si no se aborda la falta de mano de obra cualificada y el envejecimiento de las plantillas”.
El problema: bajos salarios y más exigencias
“Lo primero que preguntan los jóvenes es cuánto van a cobrar. ¿1.200? Para eso no trabajo”, continúa José María. Y esta es una de las grandes barreras para conseguir nuevos trabajadores, que los sueldos para los aprendices son poco atractivos, y todos sabemos que el trabajo de la construcción, a pesar de los avances tecnológicos, sigue siendo duro.
Incluso para trabajadores con experiencia los salarios tampoco son una maravilla, y el aumento en el coste de la vida ha empeorado un poco más la situación: “Antes con 400 pesetas podías comprar muchas cosas, ahora no sirve ni para un café”, y cuenta cómo ha sido la evolución de su salario en lo que va de siglo: “solo me han subido el sueldo 100 euros en 20 años”.
Para colmo, y sabiendo cuál es la situación en el ámbito de la construcción, los contratistas agregan nuevas exigencias o cualificaciones que no parecen tener que ser parte de lo que debe saber un oficial de primera de albañilería, como es José María.
“Me presenté a una oferta de trabajo que publicó un ayuntamiento y, unas semanas después, me dijeron que estaban buscando a alguien que supiera inglés”.
Una exigencia un poco extraña para alguien que va a construir en España (a menos que el trabajo sea en Gibraltar). “No sabía que tenía que hablar inglés con los ladrillos”, bromea. El problema es más grave de lo que parece, y no se limita solo a los trabajadores jóvenes o a aquellos que están a punto de jubilarse, como José María, también afecta a los ingenieros, como apunta Fernández Allen:
“No se encuentran ingenieros que quieran ir a las obras. Las consultoras están llenas de ingenieros y también los institutos, donde muchos de ellos acaban impartiendo clases”.
