Somos hijos del Sol, de esa estrella que proporciona luz y calor a nuestro planeta, y que es esencial para el desarrollo de todas las formas de vida. Pero esta estrella también puede ser fuente de daño y destrucción cuando nos exponemos demasiado a sus rayos ultravioleta, o cuando se producen algunos fenómenos como tormentas y erupciones solares.
Recientemente, la NASA detectó una serie de erupciones solares, entre las que destacó una llamarada que se produjo el 14 de mayo y que fue clasificada con la categoría más alta que pueden alcanzar estos eventos solares.
La advertencia de la NASA
El fenómeno solar fue de tal magnitud que afectó las comunicaciones de alta frecuencia en Oriente Medio, por lo que la NASA emitió una alerta, ya que no se trata de un suceso aislado. La agencia espacial detectó la aparición de otras manchas solares, por lo que podrían presentarse otras erupciones, iguales o más intensas que la del 14 de mayo, clasificada como X2.7.
La erupción de ese día alcanzó una extensión de 967.000 kilómetros, 75 veces el diámetro de la Tierra, y afectó la magnetosfera, es decir, la región de la atmósfera donde el campo magnético de la Tierra interactúa con los vientos solares.
Por qué la NASA emite una advertencia
Las manchas, tormentas y erupciones solares, cuando son muy intensas pueden afectar el desempeño de los satélites que orbitan la Tierra, las telecomunicaciones, las comunicaciones por radio, los GPS y hasta las redes eléctricas, y provocar grandes apagones, como el que se produjo recientemente en la península ibérica (aunque este se debió a otras causas).
Estas tormentas son también responsables de fenómenos más vistosos, como las auroras boreales, y de que se vean en latitudes más bajas de donde usualmente se presentan. De hecho, el Servicio Meteorológico de Reino Unido ha informado que esta semana podrían verse auroras boreales en Escocia y en el norte de Irlanda.
La influencia de la actividad solar en nuestras vidas
La aparición de manchas solares y la eyección de masa coronal, como la del 14 de mayo, que alcanzó una extensión de casi un millón de kilómetros, no son una novedad para físicos, astrónomos y para las distintas agencias espaciales que vigilan el comportamiento del Sol.
Estas tormentas se producen cada once años, cada vez que se produce un ciclo solar y se invierten los polos magnéticos de nuestra estrella. Cuando esto sucede, se produce un período de inestabilidad como el que está viviendo ahora, con la aparición de manchas y la expulsión de masa coronal.
Generalmente, los operadores de satélites y las empresas que se encargan de la generación y distribución de energía eléctrica, así como las empresas de telecomunicaciones, se mantienen alerta durante estos períodos, y toman medidas para minimizar los efectos de estos eventos en la Tierra.
Sin embargo, erupciones solares como las del 14 de mayo no son frecuentes, y una serie de eventos de esta magnitud podrían causar graves alteraciones en las telecomunicaciones, el funcionamiento de los GPS, y hasta apagones masivos.
También hay que mencionar que no todos los “máximos solares”, puntos culminantes de cada ciclo solar, afectan de la misma manera a la Tierra. En este caso, la preocupación de los que se dedican a observar y estudiar estos fenómenos se debe a que una zona particularmente activa del Sol actualmente se orienta hacia nuestro planeta.
Entretanto, las distintas agencias espaciales, y organismos como la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, NOAA, continúan vigilando las manchas solares, para emitir nuevas alertas de ser necesario.