Hay tres actividades esenciales que debemos llevar a cabo regularmente cuando tenemos un vehículo: revisar el estado de los neumáticos, verificar que tenga agua o líquido refrigerante y repostar combustible. Las dos primeras acciones se pueden hacer de vez en cuando, sobre todo cuando el coche es nuevo, pero la tercera es imprescindible, ya que sin combustible el coche simplemente se detiene, deja de funcionar. No es recomendable, pero podemos circular con neumáticos que ya están para reemplazarse, y hasta con fugas en el sistema de refrigeración; en cambio, no podemos seguir cuando nos quedamos sin combustible.
Los altos precios de la gasolina hacen que muchos conductores adopten diversas estrategias para hacer que rinda más, que pueden ser inteligentes o particularmente nocivas. Entre las primeras está la de conducir a la velocidad recomendada para establecer una relación óptima de kilómetros recorridos por consumo de combustible, que en la mayoría de los coches es de 90 km/h; y entre las segundas se cuenta la de aprovechar el contenido del depósito de gasolina al máximo, dejando que la aguja llegue a la reserva.
Qué pasa cuando conducimos un vehículo con el depósito vacío
A todos los conductores nos ha tocado en algún momento conducir con el testigo de la reserva encendido, por descuido o por un mal cálculo de la distancia que íbamos a recorrer. Es una situación emocionante, y también muy estresante, avanzar sin saber con certeza si el contenido de la reserva será suficiente para llegar a la gasolinera más cercana. También hay conductores que creen estar ahorrando al dejar que el depósito se vacíe casi por completo, pero es una práctica que puede terminar saliendo demasiado cara.
Actualmente, la mayoría de los vehículos llevan la bomba de la gasolina en el interior del depósito de combustible, una pieza fundamental para alimentar el motor y cuyo principal beneficio, al estar sumergida en el combustible, es que actúa como lubricante y como sistema de enfriamiento de la bomba, haciendo que trabaje a la temperatura adecuada. Si dejamos que la gasolina en el depósito baje demasiado, la bomba quedará expuesta y su desgaste será mayor. Además, se puede sobrecalentar y, si esto sucede con frecuencia, podría dejar de funcionar.
De esta manera, esta estrategia de ahorrar combustible podría llevarnos a pagar hasta 2.000 euros, que es lo que puede costar la reparación o el reemplazo de la bomba de combustible. ¿La recomendación? Cada vez que veamos que el depósito está por la mitad acudir a la estación de servicio y volver a repostar.
Otras razones por la que es importante no conducir con el depósito casi vacío
No solo la bomba de combustible puede verse afectada cuando permitimos que el depósito de combustible se vacíe casi por completo. Cuando queda poco combustible, el depósito se llena de aire y parte de este aire puede pasar al motor, haciendo que comience a fallar. Una vez que comenzamos a utilizar la reserva, es posible que pasen sedimentos que están en el fondo del depósito en dirección al motor y, aunque probablemente la mayor parte de estas partículas sean retenidas por los filtros, pueden producirse daños en los inyectores, y aumentar el desgaste en los pistones y en las paredes del bloque del motor.
La falta de combustible también puede afectar el catalizador o convertidor catalítico, al hacer que hasta esta parte del coche llegue combustible puro, y hacer que se sobrecaliente. Finalmente, otra razón por la que no debemos dejar que se encienda el testigo que indica que solo nos queda la reserva es, precisamente, que podemos quedarnos literalmente tirados en la carretera, y si no se lleva el coche a un lugar seguro crear las condiciones para que ocurra un accidente.
