Es cierto que para gran parte de la humanidad es difícil controlar o cambiar sus condiciones socioeconómicas. En un principio nacemos pobres, luchamos por alcanzar condiciones mínimas de supervivencia, a veces cierta calidad de vida, y luego pasamos el resto de la existencia tratando de mantenernos allí, de no retroceder a peores condiciones económicas. También es cierto que actualmente hay un gran número de seres humanos que viven en sociedades relativamente avanzadas y en medio de condiciones sociales, económicas y culturales que favorecen el ahorro y la acumulación de riqueza. Sin embargo, esta es una situación que solo aprovecha un número muy limitado de personas, mientras una gran mayoría no parece estar interesada, o no parece entender la gran oportunidad que se les presenta.
Se trata de un tema que ha sido estudiado por economistas, expertos en finanzas y hasta por neuro economistas, profesionales que combinan elementos de disciplinas como la psicología, la neurología y la economía, para entender cómo y por qué tomamos determinadas decisiones o seguimos ciertas conductas económicas.
La aversión a la complejidad
Una de las razones que han encontrado estos profesionales por las que tanta gente que se encuentra en condiciones de generar riqueza no lo hace, es un patrón de pensamiento que han denominado “aversión a la complejidad”, que podría explicarse de forma sucinta como el temor a utilizar herramientas financieras porque no se comprende cómo funcionan. Este desconocimiento hace que los potenciales inversores se limiten al uso de las herramientas financieras tradicionales: las cuentas de ahorro, la tarjeta de crédito, préstamos pequeños y créditos hipotecarios. Y por ello no se arriesguen con instrumentos financieros más complejos, pero que pueden generar mayores ganancias.
Este temor a tener una mayor participación en los mercados y a invertir en general se justifica con un rechazo casi visceral a probar cualquier instrumento financiero que sea un poco complejo o que necesite de asesoramiento por parte de expertos. Pero está claro que detrás de esta aversión lo que hay es un gran temor al riesgo, y a la posibilidad de perder nuestros ahorros.
Cómo superar esta aversión y comenzar a construir un futuro próspero
Como en muchos casos, el primer paso para romper con esta tendencia es reconocer su existencia, entender que el miedo impide que nos arriesguemos financieramente y comencemos a acumular un capital.
No se trata de pasar de la cuenta de ahorro a invertir en criptomonedas, pero sí podemos comenzar a probar con otros instrumentos financieros bastante seguros, como los fondos de jubilación, los fondos de inversión y otros mecanismos similares donde nuestro capital puede crecer. Se trata de ganar más por concepto de intereses que en las cuentas convencionales, sin que exista tanto riesgo de perder el capital en una mala inversión. Riesgo siempre hay, incluso cuando se tiene el dinero en el sistema más básico de inversión, pero también es cierto que a mayor riesgo hay mayores posibilidades de ganancias. Comenzar a invertir en fondos mutuales, de jubilación o de inversión, ese sería el segundo paso.
El tercer paso, que es ineludible, es educarse financieramente, para saber cómo y cuándo invertir. En la medida en que entendamos mejor las herramientas financieras actuaremos de forma más sabia al momento de invertir nuestros ahorros, y sabremos cómo ir moviéndolos para obtener mayores beneficios.
Actualmente hay mucha información en internet sobre los riesgos y beneficios de diferentes herramientas financieras, que van desde el manejo de nociones básicas hasta temas más complejos y donde hasta los expertos a veces trastabillan, como en el caso de las criptomonedas. También conviene aprovechar la asistencia financiera que ofrecen de forma gratuita los bancos y otras entidades financieras donde guardamos nuestro dinero. De este modo estaremos dando los primeros pasos para construir un futuro más próspero para nosotros y para nuestra familia.