En España, los okupas pueden ser la pesadilla de cualquier propietario, por todos los conflictos que pueden crear, pero nadie imaginaría que es la clase de problema que podría afectar al hombre más rico del mundo, que además, en estos momentos es posiblemente también una de las figuras más poderosas de Estados Unidos.
Estamos hablando de Elon Musk, poseedor de empresas y de numerosas propiedades, una de las cuales se encuentra en una situación muy similar, con grandes diferencias y cantidades de dinero involucradas, a las que aquí se presentan con los okupas.
El legado del actor de Willy Wonka
El multimillonario de origen sudafricano es un admirador de la obra cinematográfica del actor estadounidense Gene Wilder, famoso por su participación en películas como Willy Wonka y la fábrica de chocolates, El Principito o El joven Frankenstein, entre otras y fallecido en 2016.
En 2007 el actor dejó su casa en Los Ángeles, ubicada en la prestigiosa zona de Bel Air, y fue puesta en venta varios años después, teniendo en su interior varios objetos personales del actor, que pasó sus últimos años con Alzheimer y viviendo con su familia en Stamford, Connecticut.
Musk adquirió la casa, con todo lo que se encontraba en su interior, en 2013, pagando por ella 6,7 millones de dólares (5,9 millones de euros), con el objetivo de convertirla en un museo para homenajear al actor, pero luego cambió de planes.
De posible museo a pesadilla inmobiliaria, y no es una comedia de Gene Wilder
Siete años después, en 2020, Musk, sin haber concretado su proyecto museístico decidió poner en venta la casa de Wilder, pero esta vez por un valor de 9,5 millones de dólares. Además, con la condición de que la casa mantuviera todos los objetos y modificaciones que recordaban la presencia del actor.
Pasaron apenas unos días de haberla puesto en venta cuando apareció una pareja, que además estaba emparentada con el actor (el hombre es sobrino de Wilder) e interesada en mantener su legado. Parecía perfecta; el único problema era que no tenían el dinero para comprarla.
Musk estaba tan interesado en que fuera esta pareja la que se quedara con la vivienda que no solo le rebajó el precio a 7 millones de dólares, sino que también les prestó parte del dinero. Casi todo en realidad, pues fueron 6,7 millones de euros.
Comienza el problema
Y aquí empieza la pesadilla para todos los involucrados: en 2020, como todos sabemos, estalló la pandemia de Covid-19 y la situación económica de la pareja se vio severamente afectada, comenzaron a retrasarse en los pagos y Musk terminó enviándoles un ultimátum exigiéndoles el desalojo de la vivienda.
La pareja, constituida por Jordan Walker-Pearlman y Elizabeth Hunter, para poder salir de las deudas decidió poner en venta la casa de nuevo, pidiendo ahora 12,5 millones, aunque sin éxito.
Para complicar más las cosas, al iniciarse el proceso legal la casa debió ser retirada del mercado, pero al mismo tiempo fue declarada por el Condado de Los Ángeles patrimonio histórico, por lo que no se puede hacer ninguna modificación en el interior o el exterior que pueda afectar el recuerdo de Gene Wilder.
Han pasado 4 años desde que se concretó la negociación entre la pareja y el propietario de Tesla y Starlink, y la situación sigue igual, o peor. En la práctica, el proceso legal de embargo y desalojo continúa, la pareja sigue sin recursos financieros para saldar la deuda con Musk y alega que también se vio perjudicada por la huelga de guionistas de 2023.
Un drama que puede prolongarse algunos años más, aunque, con el nuevo poder que ha adquirido como parte del equipo del presidente Trump, quizás pueda solventar el problema de otra manera.