La Guardia Civil es un importante cuerpo de seguridad del Estado español. Como tal, su función se extiende en diversos ámbitos que tienen que ver con el orden y la seguridad públicos.
Interviene en actividades de apoyo a otras administraciones y cuerpos estatales como apoyo para garantizar su correcto funcionamiento, su seguridad y la de los ciudadanos.
Es reconocida su destacada intervención en la preservación de la seguridad en instalaciones militares, en la protección del medio natural, en la custodia de detenidos y presos, en la lucha contra el contrabando y el fraude fiscal.
Su contribución a la Dirección General de Tráfico es relevante y merece también especial destaque. En este ámbito, el objetivo principal de su colaboración es garantizar la seguridad vial, desarrollar acciones para la prevención y velar por el cumplimiento de la normativa de circulación en las vías públicas.
Es por ello que dentro de la Guardia Civil existe una unidad especializada cuya misión es dedicarse al tráfico. Se trata de la Agrupación de Tráfico. Se encarga de la vigilancia, regulación y control del tráfico, de la investigación de accidentes y de la asistencia de ocupantes de vehículos y de peatones en las carreteras.
Tiene agentes especialmente formados para estas funciones especiales, que cuentan también con equipamiento para actuar en todo tipo de situaciones. Nadie duda de que la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil es clave para la DGT, para garantizar la seguridad vial del país.
Sin embargo, desde hace un tiempo, la Agrupación de Tráfico se muestra resentida porque se le encomiendan tareas que no son las esenciales para las que fue creada.
Argumenta que las nuevas tareas han transformado el organismo en un auxiliar secundario. Siente que su función primordial que es la prevención de accidentes y la seguridad de los usuarios de las vías ha pasado a segundo plano.
¿Por qué se queja la Agrupación de Tráfico de algunas tareas que se le han asignado?
El aumento de la siniestralidad, las complejidades del sistema de sanciones y de los procesos de penalización de los infractores, han generado necesidad de nuevas acciones. La DGT las ha encomendado a la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil.
Desde su creación, este organismo actuaba en el corazón de la prevención y de la infracción. Detenía al conductor, le explicaba los peligros de sus acciones y, si era necesario, aplicaba la multa.
Sin embargo, en la actualidad la Agrupación de Tráfico entiende que con los radares se ha perdido la función fundamental de la prevención en el diálogo cara a cara con el conductor. El radar registra la matrícula, saca la foto, llega la multa y el conductor paga. No hay reflexión posible en este proceso automatizado.
Es precisamente por eso, que los radares son considerados por la mayor parte de los conductores como máquinas recaudatorias que abastecen las arcas de la DGT.
Radares con niñeras especializadas
Una de las tareas que deben cumplir los guardas civiles de tráfico que más molesta es la de cuidar a los radares fijos. Periódicamente deben visitar los radares y controlar que todo funciona.
Esta tarea de cuidar máquinas surgió por las vandalizaciones que los radares sufren frecuentemente. El guardia de la Agrupación de Tráfico debe trasladarse hasta el lugar del radar, inspeccionar en el exterior y en el interior, controlan el estado de la cámara. Registran todo lo observado en una tableta del organismo y reportan si hay signos de rotura o malfuncionamiento.
Es una tarea que minimiza el valor de la misión primordial de los agentes de la Guardia Civil que trabajan en la Agrupación de Tráfico, profesionales en la prevención y diálogo disuasorio que se sienten transformados en niñeras de máquinas. Es que a simple vista trabajan para los radares, no para la gente y su bienestar.
El asunto es delicado y la DGT no parece encontrar otra salida. Los radares son un componente esencial de la estrategia de prevención y control, y alguien tiene que cuidarlos.