El exceso de velocidad sigue siendo una de las principales causas de accidentes graves en España. La DGT apuesta por los radares como herramienta de control. Más allá del carácter sancionador, la función de los radares es preventiva y, según las autoridades, contribuyen a crear una cultura de conducción más responsable.
Por eso se difunde dónde están colocados. El objetivo principal es que los conductores reduzcan la velocidad de forma voluntaria al saber que están transitando en zonas vigiladas.
Se ha demostrado que cuando los conductores conocen la ubicación de los radares, tienden a respetar más los límites de velocidad, lo que ayuda a reducir la siniestralidad. De esta manera, se evitan accidentes y mejora la seguridad vial.
Nuevos radares en el 2025
Insistiendo con la instalación de radares como estrategia eje de su proyecto, la DGT ha anunciado que durante el 2025 instalará 122 nuevos radares. Serán distribuidos en distintas comunidades autónomas.
Los lugares de instalación han sido determinados por estudios de puntos específicos y tramos de concentración de accidentes, en los que se ha detectado un mayor riesgo para la circulación.
En lo que va del año ya se han puesto en funcionamiento 24 de estos nuevos dispositivos, 17 radares fijos y 7 de tramos. Funcionan en A Coruña, Asturias, Ourense, Pontevedra, Almería, Málaga, Granada, Alicante y Valencia.
Además, se han activado también 17 nuevos radares, ubicados en Castilla y León, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Andalucía, Canarias y Madrid.
Radares para proteger a los trabajadores
Las zonas de obras representan un alto riesgo tanto para los conductores como para los trabajadores que realizan tareas de mantenimiento y construcción en carreteras.
Frecuentemente hay cambios temporales en la señalización, reducción de carriles, desvíos y presencia de operarios que, en ocasiones, se mueven en la calzada.
El exceso de velocidad en estos tramos puede tener consecuencias especialmente graves. Por eso, la DGT ha dispuesto que se instalen radares en zonas de obras como medida de protección.
Controlan que se respete la reducción de velocidad, que se indica con señalización previa. Las infracciones se sancionan con multas y pérdida de puntos del carné de conducir.
En 2022 la DGT instaló radares en obra para probar si eran necesarios. Durante una semana, tiempo que duró la experiencia, fueron multados 3.400 conductores que sobrepasaron los límites de velocidad temporales vigentes.
¿Cómo funcionan los radares de obra?
Los radares de obra funcionan de forma similar a los radares convencionales. Sin embargo, tienen características específicas que les permiten adaptarse a las condiciones temporales de las zonas de obras en la que se instalan.
Funcionan mediante sensores que detectan el paso de los vehículos y miden su velocidad. Están calibrados para los límites de velocidad específicos que se aplican en cada obra, que suelen ser inferiores a los habituales.
Su ubicación está señalizada con antelación. Con esta señalización, se advierte a los conductores de su presencia, ya que su función principal es disuasoria. Se busca que el conductor reduzca la velocidad para no cometer infracciones y evitar sanciones.
En muchos hay un código especial: aparece una cara triste de color rojo si se sobrepasa la velocidad permitida, mientras que si se transita respetando los límites el conductor verá una cara verde y sonriente.
Estos radares funcionan las 24 horas del día, y operan independientemente de las condiciones de luz o del estado del tiempo.
Los radares de obra tienen un margen de error de 5 km/h. Cuando un vehículo super el límite permitido, captura una imagen del mismo, junto con la matrícula, la velocidad registrada y la hora de la infracción. Esta información se envía automáticamente a la base de datos de la DGT, desde donde se tramita la sanción correspondiente.
Cumplir o pagar, esa es la opción.
